El módulo Philae, un laboratorio robótico de 100 kilos de peso que durante los últimos 10 años había viajado adosado a la nave Rosetta, hizo ayer historia al convertirse en el primer ingenio creado por el hombre que se posa en el núcleo de un cometa tras culminar un descenso de alto riesgo con un final accidentado (y quizá desastroso). El centro de control de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Darmstadt (Alemania) recibió a las 17.03 horas, tal como estaba previsto, la confirmación de que Philae se había posado en el cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko, popularmente llamado Chury, pero lo que en ese momento no sabían los técnicos de la misión es la pirueta que aconteció con posterioridad.

Al parecer, el pequeño laboratorio rebotó tras contactar con la superficie de Chury y acabó en un emplazamiento diferente, lo que dificulta la comunicación con la sonda Rosetta --que le sirve de antena-- e impide el ulterior envío de las señales hasta la Tierra. Philae se encuentra aparentemente en buen estado, pero hasta hoy a mediodía no se sabrá si los problemas de conexión son temporales o bien obedecen a un desastre irreparable. "No comprendemos del todo lo que ha pasado", asumió Stephan Ulamec, principal responsable del módulo. "La buena noticia es que sabemos que el robot ha tocado el suelo y que nos ha enviado datos de la operación e información científica", añadió.

En cualquier caso, Philae ha cumplido un hito en la exploración espacial tras el primer aterrizaje en un planeta, en un satélite y en un asteroide. Diversos cometas ya habían sido visitados por sondas no tripuladas, pero ninguna llevaba un módulo de descenso. Los datos que ya ha suministrado la misión y que seguirá suministrando, puesto que Rosetta se mantendrá activa un año más --con independencia del destino final de Philae--, son extraordinarios para el conocimiento de los cometas, cuerpos celestes que se consideran un remanente de las primeras etapas del Sistema Solar. Rosetta, que ya ha recorrido 6.500 millones de kilómetros, es además un orgullo para la industria aeronáutica europea, muy a menudo a remolque de las otras potencias en la exploración espacial.

El extravío del módulo, según Ulamec, fue debido a un problema en unos arpones que se debían de haber clavado en el suelo justo en el momento del aterrizaje para evitar que Philae saliera rebotado, una posibilidad muy temida debido a la escasa gravedad ejercida por el pequeño núcleo del cometa. No es que los arpones no se clavaran, sino que no se llegaron a disparar por un motivo desconocido. "Pero seguimos teniendo contactos con Philae", añadió esperanzado Jean-Jacques Dordain, director general de la ESA.

Con posterioridad, ya con menos impulso, el módulo acabó posándose suavemente y desplegando los tornillos penetradores situados en sus ruedas, lo que supuestamente garantiza su estabilidad, según la ESA. Los tornillos funcionaron, aunque se han hundido solo unos cuatro centímetros, señal de que el terreno es más blando de lo que se pensaba. Muy posiblemente, según los técnicos de la misión, se trata de un terreno "arenoso". Al margen de los arpones y los tornillos de las patas, el módulo tenía un tercer sistema para evitar el rebote, una especie de propulsores o toberas que expulsan gas y facilitan el descenso, pero este sistema ya sufrió una anomalía antes de iniciarse la maniobra de descenso. La ESA decidió seguir adelante debido a que los sistemas de aterrizaje eran redundantes.

Las baterías de Philae garantizan en principio dos días de trabajo en la superficie de Chury. A partir de entonces, todo dependerá de la capacidad de los paneles solares para captar la radiación solar. Y eso estará a expensas de las condiciones del lugar de la caída. Si es que el módulo está en buen estado, claro.