Hace un año que en Barcelona se creó Refugees Welcome, una oenegé que busca hogares de acogida para solicitantes de asilo. Son personas que llegan a España huyendo de guerras, hambrunas, sequías, regímenes dictatoriales, vulneraciones de derechos humanos. Nació hace tres años en Alemania y, actualmente, existe ya en 16 países, entre ellos España. Esta entidad trabaja la cultura de bienvenida a través de la vivienda compartida.

"La vivienda es el primer problema de las personas solicitantes de asilo. Y, en concreto, la vivienda compartida es una herramienta para generar inclusión social", explica Jaume Buch, coordinador de Refugees Welcome en Catalunya. En el último año, Refugees Welcome atendió, solo en Barcelona y la zona del Vallès, a 14 personas procedentes, principalmente, de Venezuela, pero también de Palestina, Siria, El Salvador, Ucrania, Afganistán y Somalia.

Compatibilidad

Marisa Martínez, enfermera jubilada, y Amin, somalí de 37 años, comparten piso en Terrassa desde diciembre. "En un reportaje de televisión, vi el éxodo de los sirios y me impactó mucho. Cuando mi padre murió, pensé que este piso era muy grande para mí sola y que me gustaría darle un hogar a un solicitante de asilo. Un día, una amiga me envió un enlace de Refugees Welcome...", relata Martínez.

Fue así cómo Amin, que previamente había estado viviendo en Vic (Barcelona), llegó a su hogar. Antes, la oenegé los entrevistó a ambos por separado para saber si eran compatibles y el hecho de que ambos sean anglófonos jugó en su favor. "De momento, estoy tomando cursos de castellano y buscando trabajo", cuenta Amin. Los voluntarios de Refugees Welcome que acogen personas en su casa deben comprometerse por un mínimo de seis meses. "Por mi parte, el compromiso está abierto a otros seis meses más", apunta Martínez.

Además del voluntario que acoge, Refugees Welcome incluye también la figura de una tercera persona: el vínculo local, que es quien contribuye a la integración del solicitante de asilo. Así, tanto Martínez como Amin cuentan con el apoyo de Brent Meyers. "Ayudo a Amin a buscar trabajo, le hago un seguimiento, lo invito a comer a mi casa. Soy alguien con quien puede hablar, un amigo para él", dice Meyers.

Amin prefiere no hablar de su vida en Somalia, que se intuye dura. Vino a España para estar seguro. "Si en mi país hubiera paz, volvería. Pero si sigue habiendo conflicto, no. Vine a Barcelona porque la mafia que pagó mi viaje solo tenía un billete para esta ciudad. Era la única manera de salir de allí", cuenta este hombre al que en un futuro le gustaría abrir una agencia de viajes y recorrer África. En septiembre prevé empezar un máster de turismo.

Solicitar el asilo permite a los demandantes acceder al estatus de refugiado. "Pero, si rechazas irte a la ciudad de destino que te dan, tu solicitud de asilo sigue en curso, pero las ayudas no", explica Jaume Buch. En España la ayuda estatal por personas es de 370 euros. Además, España recibió el año pasado más de 31.000 peticiones de asilo, el doble que en el 2016. Solo aceptó un 35% de estas.

La tarjeta roja

José Napoleón, de 54 años, es un solicitante de asilo que vive en Sant Cugat (Barcelona). Huyó de El Salvador, donde aún están sus hijos, porque fue extorsionado. Aunque hace un mes que ya no está en Refugees Welcome, la oenegé le ayudó en su momento a ponerse en contacto con la persona que la acogió un tiempo. Ahora, por suerte, ha podido independizarse."Tengo la tarjeta roja y permiso de trabajo", dice.

La tarjeta roja es una especie de DNI de los solicitantes de asilo. Caduca a los seis meses y en la segunda renovación conceden el permiso de trabajo. Esta tarjeta, se quejan los activistas, supone un "estigma", pues a menudo la población no sabe qué es y directamente se le cierra la puerta al solicitante de asilo.

Para Aida Oset, de 34 años, vínculo local de una solicitante de asilo marroquí en Barcelona, la experiencia con Refugees Welcome le ha permitido "cuestionarse muchas cosas". Oset, que lleva cinco meses con la oenegé, no da datos de la mujer a la que ayuda porque esta prefiere mantenerse en el anonimato. El miedo con el que viven muchos solicitantes de asilo les lleva a no querer conceder entrevistas a medios de comunicación. "No tengo dinero para acoger, pero sí que tengo mi tiempo para ayudar a la integración", dice Oset, que se muestra consciente de la "crisis humanitaria" que está viviendo Europa en estos momentos.

"Son personas que se encuentran en situación de emergencia -continúa la joven-. La importancia de oenegés como Refugees Welcome es que crea una red de gente que vivimos en la ciudad y que contribuimos a integrarlos en la sociedad". Su objetivo es que su relación con la mujer marroquí a la que ayuda sea como "cualquier otra relación interpersonal". Juntas ya han ido a pasear por la carretera de les Aigües y a comer cus cus. "No tenemos un mínimo de veces para versnoa a la semana. Tampoco existe obligación", asiente.

Algo parecido dice David Esteve, quien acoge en su casa de L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) a un joven ucraniano de 25 años desde mayo. "Lo hago por coherencia, solidaridad y responsabilidad", explica. Este funcionario de 43 años tiene un piso bien acondicionado donde el joven ucraniano vive mientras estudia castellano. "Yo ya hacía otros tipos de voluntariado. Y el tema de los refugiados lo sigo desde hace mucho", añade David. Se unió a Refugees Welcome en octubre. A día de hoy, no se arrepiente. "Tengo la suerte de que tengo la vida estabilizada y puedo hacer esto", concluye.

David Esteve, voluntario que acoge en su casa a un joven ucraniano. / MARTÍ FRADERA