Nuevo crimen de violencia machista, esta vez en Galicia. Un obrero de la construcción de 48 años mató ayer de dos tiros en la cabeza a su mujer de 38 en el domicilio familiar de la localidad pontevedresa de Barro y después se ahorcó, mientras en la casa se encontraban las dos hijas de corta edad del matrimonio. Con ellas son ya 24 los niños que han quedado huérfanos debido a los 37 asesinatos machistas ocurridos desde principios de año. La alerta la dio el propio asesino al llamar a los servicios de emergencia pasadas las 8 horas de la mañana. Les anunció que acababa de matar a su mujer y que iba a quitarse la vida. Cuando llegó la patrulla de la Guardia Civil encontró el cadáver de la mujer tirada en el suelo de la cocina enmedio de un charco de sangre.

El cuerpo sin vida del agresor estaba colgado de una cuerda desde un saliente de la pared posterior de la casa, en una zona visible desde una carretera de acceso. Las niñas fueron atendidas por los servicios sociales municipales para quedar posteriormente a cargo de un familiar.

La fallecida, Mónica Lorenzo, natural del municipio pontevedrés de Marín, trabajaba en un autobús escolar y cuidaba a personas mayores. Él, Daniel Carballal, tenía problemas laborales, con frecuentes etapas en paro, pero nadie del entorno del matrimonio supo ayer explicarse el suceso. Ni Mónica había presentado denuncia previa por malos tratos ni los vecinos sospechaban que tuvieran malas relaciones. "A mí aún me parece que es mentira, como si lo hubiese soñado, no me puedo creer que Daniel haya hecho eso", dijo ayer uno de los numerosos vecinos y familiares que se concentraron frente al domicilio. "A mí me parecía un matrimonio bien avenido", dijo otro.