El cardenal americano Blase J. Cupich intervino ayer, en la segunda jornada de la cumbre para la Protección de la Infancia en la Iglesia, para avisar de que los padres de las víctimas exigen que los obispos rindan cuentas por su «ceguera». «Las familias no pueden comprender cómo nosotros, como obispos y superiores religiosos, a menudo nos hemos cegado ante el alcance y el daño del abuso sexual de menores», dijo ante los 190 líderes de la Iglesia católica, entre ellos 114 representantes de las conferencias episcopales de todo el mundo, en una jornada dedicada precisamente a la rendición de cuentas.

Por ello, instó a «avanzar para establecer leyes y estructuras sólidas para que asuman su responsabilidad». Cupich recordó que «hay que rechazar categóricamente los encubrimientos o el consejo de distanciarnos de las víctimas por razones legales o por miedo al escándalo». Y dijo un «marco» legal para ayudar en la lucha contra los abusos y garantizar que los obispos asuman su responsabilidad. Uno de los puntos es el de «involucrar y consultar a expertos laicos» en las investigaciones y otro, recomendó también, que se puedan «adoptar las medidas cautelares apropiadas, incluido el alejamiento temporal y público del acusado de su cargo».

LOS INFORMES DE LA ONU

Durante esta segunda jornada, se distribuyeron entre los 190 líderes de la Iglesia católica los informes de la ONU Hacia un mundo libre de violencia y Un rostro familiar: la violencia en la vida de niños y adolescentes, de Unicef. También ayer los obispos escucharon el relato de víctimas.

En este caso fue a través de la lectura de un breve testimonio de una víctima: «Cuando fui abusada por un sacerdote, mi madre Iglesia me dejo sola. Cuando necesitaba a alguien en la Iglesia para hablar de mi abuso y mi soledad, todos se escondieron. Me siento aun más sola porque no se a quién acudir».

Por su parte, el arzobispo de Bombay, el cardenal indio Oswald Gracias, se dirigió a los presentes para dejar claro que la Iglesia «no vive en un mundo aislado creado por ella. La Iglesia vive en el mundo y con el mundo. Aquellos que son culpables de un comportamiento criminal, en justicia tienen la obligación de rendir cuentas ante las autoridades civiles por dicho comportamiento».

Ningún obispo puede decirse a sí mismo: «Este problema de abuso en la Iglesia no me concierne, porque las cosas son diferentes en mi parte del mundo», aseveró en una afirmación que da en la tecla que persiguen los activistas que se manifestaban fuera: que se dé la orden clara desde el Vaticano consistente en que, sin importar el estado en el que suceda, los abusos deben denunciarse siempre y los pederastas han de ser entregados a las autoridades civiles.

Pero para las asociaciones antiabusos clericales, como la ECA o SNAP, no basta con pedir que se denuncie. El Vaticano debe obligar a ello, insisten los activistas, muy presentes estos días en Roma.