Un espectacular incendio originado en una subestación eléctrica de Unión Fenosa próxima a la terminal de Atocha, que estaba siendo modernizada para adaptar sus viejas instalaciones a la creciente demanda con el objetivo de evitar apagones, sembró ayer la confusión y la zozobra en el centro de Madrid.

Varias explosiones, la fuerza de las llamas, la gran columna de humo y la cercanía de una gasolinera dispararon la alarma, aunque al final el fuego sólo destruyó el propio edificio de la compañía eléctrica. Cinco heridos fueron atendidos de leves intoxicaciones por humo.

La primera explosión se originó en un transformador nuevo, que estaba en fase de instalación pero aún no había sido conectado a la red. Estalló a las 13.40 horas por razones que la compañía eléctrica no acertaba a explicarse ayer. "Se estaba procediendo a calentarlo y el aceite tendría que haber estado frío, por lo que no entendemos qué pudo pasar", señaló el consejero delegado de Unión Fenosa, Honorato López-Isla.

LLAMAS DE OCHO PISOS Unión Fenosa descartó una sobrecarga por exceso de demanda. La subestación funcionaba al 75% de su capacidad, cuando puede alcanzar hasta un 115%. La capital no vivió un día especialmente caluroso. El termómetro registraba los 31 grados en el centro poco antes del incendio. El fuego prendió con rapidez en el aceite de refrigeración de los transformadores --unas 40 toneladas-- y las bolsas de gas acumulado por la combustión causaron dos explosiones que sembraron la alarma en los alrededores. Las llamas llegaron a alcanzar unos ocho pisos de altura.

La subestación está encajonada en un callejón tras el paseo del Prado, muy cerca del Ministerio de Sanidad, en la confluencia de la calles de Alameda y Almadén.

500.000 AFECTADOS La mayor zozobra la vivieron el medio millar de afectados que fueron desalojados de sus casas y oficinas. Las fuerzas de seguridad optaron, como medida preventiva, por vaciar los edificios hacia los que podía propagarse el fuego.

Desde el primer momento se quedaron sin electricidad los 40.000 abonados conectados a la instalación. La mayoría la recuperaron de inmediato y 13.000 resultaron perjudicados durante horas. Pocos afectados, pero muy ilustres: el Congreso de los Diputados, el Ministerio de Sanidad y los museos del Prado y Reina Sofía, varios hoteles de cinco estrellas y la estación de Atocha estuvieron entre ellos.

Enfrascados como estaban en la comisión investigadora del 11-M, entre los parlamentarios se desató el recuerdo de los atentados islamistas. La psicosis no prendió en la ciudad, que reaccionó con calma, porque desde el primer momento las autoridades descartaron que se tratase de una acción terrorista.