El cooperante italiano Alberto Mossino, director de la oenegé antitrata PIAM, que desde el 2000 opera en la región del Piamonte (norte de Italia), resume el asunto con toda su crudeza. "Uno de los grandes problemas de la lucha antitrata es la ausencia de una coordinación europea para la armonización de legislaciones y prácticas en defensa de las víctimas", afirma. Y al responder, Mossino deja escapar otra reflexión, producto de la estricta actualidad europea de las últimas semanas. "Lo paradójico es que donde han fallado tantos años de lucha, ahora están triunfando el coronavirus y su cuarentena. Ha habido una caída en picado en el negocio de la trata. A ver cuánto dura", apunta este activista.

Más allá de esta crisis excepcional, la erradicación del tráfico de personas -que abordamos con motivo del Día Europeo contra la Trata de Seres Humanos, que se conmemora el 25 de marzo- sigue siendo una asignatura pendiente de la Unión Europea (UE), según confirman expertos e informes. Y el hecho es que ya han pasado 12 años de la entrada en vigor del Convenio del Consejo de Europa contra la Trata (2008) y nueve años de la directiva 36/2011/UE, cuyo objetivo era la trasposición en las legislaciones de los países miembros de normas comunes destinadas a poner fin a esta lacra.

"Esa directiva fue en su momento un gran paso adelante, pero el problema se originó en su puesta en práctica. Algunos países no la han implementado, mientras que en otros priman las políticas de represión de la inmigración irregular, en detrimento de modelos adecuados para proteger a las víctimas", asegura Helga Konrad, exministra austriaca, considerada una de las máximas expertas europeas en las redes de trata. "Pongo un ejemplo concreto: nosotros hemos atendido a víctimas que Suecia devolvió a Italia, país en el que estas personas habían sufrido la explotación. Todo esto, con el pretexto del 'reglamento de Dublín' la norma europea que prevé que el solicitante de asilo presente su petición en el primer país de la UE al que ha llegado", explica Mossino.

'Informe Greta'

El último estudio del grupo de Expertos contra el Tráfico de Seres Humanos, conocido como 'informe Greta' (2018), publicado por el Consejo de Europa y que analizó la respuesta de los países de la UE a la trata de personas, también pone de manifiesto que, pese a algunos avances, subsisten disrupciones a la hora de dar una respuesta coordinada y eficaz al fenómeno.

El documento cuenta, por ejemplo, que en España faltan recursos para asistir a las víctimas de explotación que no sea la sexual. También que el sistema de protección francés Ac.Sé (antitrata) "está saturado, lo que deriva en periodos de espera". E incluso que en Irlanda no existen casas protegidas destinadas exclusivamente a las víctimas sospechosas de trata, por lo que estas "mujeres vulnerables pueden ser fácilmente objeto de acoso sexual y explotación".

"Volvemos siempre a lo mismo. En la UE no pueden existir 27 sistemas diferentes. Debe haber un sistema adecuado de recepción de estas personas, y no solo respuestas cuando hay emergencias", argumenta Lefteris Papagiannakis, exvicealcalde de Atenas y hoy asesor de la oenegé griega Solidarity Now, al poner también el acento en las dificultades que afrontan países empobrecidos como Grecia.

"Para más inri, el último gran flujo migratorio que se inició en el 2014 ha incrementado el número de personas, sobre todo mujeres, que son víctimas de este lucrativo negocio criminal", añade Konrad.

La punta del iceberg

Expertos y oenegés estiman que los estudios e informes que existen reflejan solo en parte la gravedad de la situación, ya que la metodología de investigación es a menudo distinta y las cifras no son divulgadas anualmente. Un ejemplo es el último informe ('Progress report') de la Comisión Europea (CE), publicado en diciembre del 2018 y que se remite a datos del 2015-2016. "Es otro fallo del sistema, quizá intencionado, que impide tener una visión de conjunto. Falta voluntad", subraya la analista austriaca.

Aun así, lo alarmante de las cifras también está en las tendencias que dejan entrever. Resulta llamativo que, en Europa, de forma muy marcada, las mujeres sean la gran mayoría de las víctimas identificadas de trata (el 71% según UNODC, el 68% según la CE), en un recuento que incluye tanto a las adultas como a las niñas.

La explicación tal vez pueda hallarse en que el delito más frecuente en Europa, en lo que a trata se refiere, sigue siendo la explotación sexual (el 66%, según UNODC; el 56%, según la CE). Un fenómeno que también evoluciona. "Estamos viendo que cada vez más víctimas de trata llegan a Grecia tras haber entrado en Turquía por vía aérea.

Ar Y ya no solo hay nigerianas, sino también mujeres procedentes de Camerún, Congo y Gabón", cuenta la antropóloga Nadina Christopoulou, cofundadora de la oenegé griega Melissa Network. En el caso de España, este delito afecta de forma grave también a muchas personas procedentes de Latinoamérica (en particular de Paraguay), como alertó el pasado septiembre la Fiscalía General del Estado.

Jornaleros explotados

Tras la prostitución, la explotación laboral es la segunda forma de trata (el 27%, según UNODC; el 26%, según la CE) en Europa. Un dato que no cuesta entender teniendo en cuenta la sobreexplotación de jornaleros en algunas cosechas de España, Portugal e Italia.

Aunque tampoco en este caso, como en el de la explotación sexual, se sabe a ciencia cierta el número de víctimas, las redadas de las policías de estos países han sacado a la luz un fenómeno que afecta a nacionales empobrecidos y a personas llegadas a suelo europeo sin documentos y que son captadas por mafias. La deuda contraída con los traficantes que les han facilitado entrar en Europa y con sus explotadores les llevan a trabajar en campos de empresarios cómplices.

Dicho esto, la mayoría de los casos detectados (y registrados por las autoridades) de víctimas identificadas no se originan, como se podría pensar, en la migración, sino que afectan mayormente a ciudadanos europeos. Una realidad que, si bien algunos investigadores achacan a que los traficantes también se aprovechan de la libertad de circulación en los estados del área Schengen (y de la desigualdad socioeconómica que existe entre los países de la UE), otros la atribuyen a que los migrantes en situación administrativa irregular acceden con mayor dificultad a los sistemas de protección. Razón por la que permanecen invisibles.

Niños desaparecidos

Los menores no están exentos de esta situación. "Sabemos que una parte de los niños que desaparecen en Europa acaban en la explotación sexual, pero lamentablemente falta coordinación entre los países europeos, y hay muchos fallos en los procesos de identificación de posibles víctimas, lo que deja a muchos fuera de las estadísticas oficiales", afirma el belga Marc van den Reeck, experto en tráfico de menores. "Dicho esto, también podemos decir que hoy hay una mayor conciencia de las autoridades europeas de que la trata es un fenómeno que está alrededor nuestro", matiza Van den Reeck.

Otro tema es que hay una baja rendición de cuentas de los responsables de este tráfico de personas ante la justicia. En los años 2015-2016 -los últimos citados por la CE-, un total de 7.503 sospechosos por trata fueron arrestados y 5.979 resultaron imputados, el 75% de los cuales eran hombres y procedentes de países de la UE. Sin embargo, solo hubo 2.957 condenas, un dato que los fiscales consideran "bajo", ya que refleja que gran parte de los traficantes siguen en la impunidad.

Organizaciones sofisticadas

La razón, de acuerdo con las oenegés y las policías, se debe a que las redes de trata de seres humanos que operan en Europa son sofisticadas organizaciones transnacionales que continúan adaptándose a los tiempos y hacen un amplio uso de las tecnologías.

"El 'método loverboy' traficantes que captan a las víctimas a través de engaños sentimentales, para luego consumar la explotación se ha adaptado al entorno digital. Internet es usado cada vez más para reclutar a nuevas víctimas, a través de las redes sociales y de páginas que ofrecen empleos en el extranjero", explica una fuente de Europol, la agencia de la UE para la cooperación policial.

No es la única trampa. "Los traficantes usan hoy menos violencia física que en el pasado; la violencia psicológica y las amenazas verbales son más comunes. Esto reduce la sensación de las víctimas de ser explotadas y dificulta su cooperación" con la policía, añade la fuente de Europol.

Algunos de estos criminales son viejos conocidos como las redes albanesas, involucradas desde hace décadas en el tráfico de mujeres del este de Europa, mientras que otros están ahora mismo en pleno auge, como los clanes de la mafia nigeriana (en particular los Black Axe, los Eiye y los Vikings), que operan en toda Europa, en particular, traficando con nacionales y personas de otros países de África.

Vudú o yuyu

Esta realidad ya fue denunciada por la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) en el 2016, después de que llegasen ese año miles de mujeres nigerianas a Italia." Más del 80% de estas personas son víctimas de las redes de prostitución", llegó a decir Federico Soda, entonces representante de la OIM para el Mediterráneo y hoy jefe de la misión en Libia de la misma organización. A menudo, ha sido el vudú o yuyu el hilo invisible que ha mantenido a estas mujeres atadas a sus traficantes y les ha impedido huir, una vez alcanzados sus destinos en Europa.

Dicho esto, de cara al futuro, también existen experiencias positivas y esperanzadoras, en particular procedentes de los países nórdicos. "Un sistema que está dando resultados muy positivos es el de las escuelas Barhaus, que primero se abrieron en Islandia y que en los países nórdicos también funcionan para los menores víctimas de trata", cuenta la alemana Daja Wenke, investigadora independiente que ha estudiado de cerca los métodos que se aplican en el norte de Europa.

El exitoso modelo nórdico

"El 'modelo Barhaus' propone que todos los profesionales que intervienen en los casos de explotación sexual, desde los médicos hasta los fiscales, se coordinen. Eso evita que el menor tenga que repetir muchas veces su experiencia traumática y hay estudios que dicen que el grado de fiabilidad de sus testimonios es alto", añade la investigadora.

"Lo cierto es que, si bien todavía distan mucho de la perfección, los países nórdicos han creado estructuras más sólidas para la protección de las víctimas, mientras que en el sur de Europa, entre los aspectos positivos que se pueden mencionar, está la mayor humanidad en el trato", concluye la experta.