Quizás porque nadie se atrevía a meterse con el mejor jugador del equipo del colegio o tal vez porque, por su forma de ser, era un chaval conciliador, que nunca tuvo encontronazos graves con los compañeros, el caso es que Andrés Iniesta no recuerda haber sido nunca víctima de ninguna situación de acoso escolar. «Afortunadamente», subraya. «Jamás me topé personalmente con esa lacra, tuve suerte de no sufrirla, pero sí intervine en alguna ocasión para evitársela a otros compañeros», recuerda el ahora capitán del FC Barcelona y jugador de la selección española de fútbol. «También he de decir que en esa época no existían aún las redes sociales que, igual que son buenas para muchas cosas, con el bullying están demostrando ser muy peligrosas», añade.

Atentos a las reflexiones del ídolo deportivo, que ayer hizo pública su colaboración con la organización Save the Children, unos 20 estudiantes de 11 y 12 años, alumnos de sexto de primaria del colegio público El Bosc de Montjuïc, en Barcelona. El colegio es uno de centros educativos que este año participan en el programa para la prevención, detección y actuación (PDA) del acoso escolar que impulsa la entidad de defensa de los derechos del niño, en colaboración con la asociación SEER (Salud y Educación de la Emoción y la Razón).

«¿Cómo vas a educar a tus hijos para evitar que se vieran implicados en una situación de bullying?, continúan preguntando los escolares. «Creo que el papel de la familia en este tema es muy importante, porque es la que transmite los valores», responde el futbolista. «Tuve la fortuna de tener una familia estupenda que me enseñó respeto, humildad, tolerancia y eso es lo que voy a tratar de transmitir yo también a mis tres hijos», prosigue.

Iniesta no es ajeno a la contradicción que demasiado a menudo se produce en el mundo del deporte, escenario tanto de acciones solidarias e historias de superación como de actos violentos. «Por ejemplo, cuando vas a un estadio, en el que está el padre y está el niño haciendo gestos feos, te replanteas muchas cosas. Creo que en la cabeza de cualquier persona o ser humano con dos dedos de frente son situaciones que no caben», lamenta. Y no solo en estadios donde compiten adultos, «donde se producen agresiones en forma de insultos». También (y más grave aún) allí donde juegan niños.

TRANSMISIÓN DE VALORES / El deporte, y sobre todo el deporte de élite como el que practica Andrés Iniesta, «es un espacio privilegiado para la transmisión de valores como la solidaridad y la cooperación, para la creación de referentes o modelos a seguir y para reivindicar el derecho que todos los niños tienen a jugar», destaca Andrés Conde, director general de Save the Children.

Combatir la violencia, tanto la que sufren los menores por parte de los adultos («un 48% de las agresiones sexuales que se denuncian en España las sufren menores de 16 años», advierte Conde), como la que se produce entre chavales, es una prioridad de la entidad, al mismo nivel que lo es la lucha contra la pobreza infantil y la acogida de refugiados.

Aunque el responsable de la oenegé no lo dice abiertamente, está claro que la elección de Iniesta como persona a imitar por el público infantil, como referente a seguir, no es casual. El futbolista muestra su compromiso.

La misión que intrínsecamente asume el jugador del Barça es la de tratar de ser un buen modelo entre las decenas de influencias que reciben los jóvenes en un entorno social, «que va desde los programas de televisión, la música y la literatura que consumen los adolescentes hasta los videojuegos, los instagramers o los youtubers», señalaba recientemente Ferran Barri, psicólogo clínico especialista en acoso escolar. El papel de los adultos, fundamentalmente los padres -pero también los hermanos mayores o algún otro mayor de edad con el que convivan los jóvenes-, es determinante para ayudar a la víctima de acoso escolar y para identificar al agresor y, llegado el caso, disuadirlo de que siga adelante con el acoso, aseguran los expertos.