La investigación sobre el fallecimiento de tres miembros de una misma familia de Alcalá de Guadaira (Sevilla) tras resultar intoxicados el pasado diciembre avanza poco a poco, y la investigación ha podido determinar que la causa de la muerte fue un insecticida, el fosfuro de aluminio. No obstante, no hay aún ningún informe que acredite cómo los fallecidos entraron en contacto con esta sustancia ni porqué la tenían almacenada en la vivienda.

Pasado un mes del suceso, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha confirmado este viernes que las investigaciones llevadas a cabo en los últimos días apuntan a que el fallecimiento de estas personas se produjo como consecuencia de "una intoxicación por fosfuro de aluminio o de alguno de sus componentes". Las pesquisas continúan no obstante "para determinar la manera en la que ese tóxico provocó las muertes". En este sentido, el TSJA aclara que "no hay ningún informe ni preliminar ni definitivo que confirme si la intoxicación se produjo vía alimentaria o vía inhalatoria". Fuentes del caso si descartaron ya que se tratase de un acto voluntario, como un suicidio o un homicidio, una línea descartada incluso por la única superviviente de la tragedia, la hija pequeña de 13 años, durante su interrogatorio.

El fosfuro de aluminio es un compuesto químico usado habitualmente como insecticida, ya sea para matar pequeños roedores o mamíferos o bien para el tratamiento de granos e incluso de mercadería almacenada antes de ser transportada, lo que podría contribuir a explicar cómo llegó a la vivienda. Es un producto muy tóxico, con un fuerte olor en ocasiones similar al pescado podrido, que reacciona con agua o humedad, y su ingestión es letal, según consta en los registros de sustancias tóxicas.

ALERTA A LOS SERVICIOS SANITARIOS

Enrique Caño, de 61 años de edad, Concepción Bautista, de 50 años, y una hija de 14 años fallecieron el pasado 14 de diciembre tras alertar a los servicios sanitarios la noche antes para recibir asistencia porque presentaban un cuadro de vómitos, nauseas e incluso mareos. Una ambulancia acudió esa noche y aplicó el tratamiento protocolario a la menor.

Al ser avisados de nuevo por la mañana, los sanitarios que llegaron al domicilio encontraron a la pequeña ya en parada cardiorrespiratoria y a los dos adultos en estado grave. Fueron traslados a un centro hospitalario y fallecieron a las pocas horas. La única superviviente fue la hija menor del matrimonio, de 13 años, que cenó un alimento distinto al resto de su familia (un bocadillo de jamón en vez del pescado en adobo de sus familiares) y no presentó los síntomas.

En un primer momento se especuló con la posibilidad de que las muertes se deberían a la ingesta de comida en mal estado, dado que la familia pasaba por un mal momento económico y vivía de lo que sacaban los padres con la venta de cartón que recogían en contenedores. Pero esta línea de investigación quedó descartada rápidamente porque en la casa aparecieron los recibos de compra de todos los alimentos. La juez que instruye el caso ha dado orden de limpiar y desinfectar la vivienda, por lo que la Policía acudirá en los próximos días para efectuar un último registro con carácter previo.