El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, aprovechó una reunión de trabajo ayer en París en la que coincidió con su homólogo marroquí Mohamed Hassad, para hablar de Ceuta y Melilla. El ministro le propuso la posibilidad de alcanzar un mecanismo, un nuevo protocolo, que permita la devolución "inmediata" y sin trámites, de aquellos que irrumpan de manera "violenta o flagrante" en las ciudades autónomas. Un responsable ministerial aseguró anoche a este diario que ese procedimiento está pensado para los kamikazes, inmigrantes que irrumpen de manera violenta en Melilla al volante de vehículos con los que destrozan las vallas de los puestos fronterizos y ponen en riesgo la vida del personal de la frontera.

El primer paso de esta propuesta sería trabajar a partir del acuerdo de readmisión hispano-marroquí de 1992, que entró en vigor en el 2012, y facultaba a las autoridades españolas a devolver a Marruecos en un plazo de diez días a quienes hubieran entrado clandestinamente. Pero el ministerio quiere agilizar ese acuerdo para los casos concretos de los kamikazes, mientras un equipo de juristas sigue trabajando en la complicada búsqueda de un marco jurídico que permita el rechazo en frontera. Y ese rechazo en frontera estaría destinado para aquellos que logran saltar la valla y son interceptados por la guardia civil, aún en territorio español.

Fernández Díaz buscó en París la solidaridad del resto de los países de la Unión Europea. "La presión migratoria que sufre España incumbe a la Unión Europea", advirtió, que recordó que el control fronterizo es "muy costoso" y requiere "solidaridad compartida". Lamentó también que la oposición política en España intente "sacar tajada" de un drama humano.

Tras reunirse en París con sus homólogos de Francia, Portugal y Marruecos, el ministro defendió la controvertida actuación de la Guardia Civil en la playa del Tarajal. Consideró "injusto e insolidario" cuestionar la vocación humanitaria de los agentes por haber disparado pelotas de goma "de forma disuasoria" de acuerdo con los protocolos vigentes. "La prueba", según dijo, es que 23 personas llegaron "sanas y salvas" a la playa.