Abderraziz y Fátima pudieron abrazar ayer por la mañana a su hija de 10 años, tras el infierno de siete meses retenida en Bolivia, adonde viajó con permiso de sus padres y en compañía de un vecino boliviano al que la familia conocía hacía solo dos meses. El encuentro, en compañía de los otros dos hijos pequeños del matrimonio marroquí residente en Hospital de Llobregat, se celebró en una sala VIP del aeropuerto del Prat y en presencia de mossos de la unidad central de secuestros, un teniente de la Guardia Civil que viajó con la pequeña desde Bolivia y la fiscala que lleva el caso. Tras los besos y abrazos, los mossos comunicaron a los padres que la niña iba a ser trasladada a un hospital para una revisión. Y a ellos se les acompañó a la comisaría de la policía autonómica en el aeropuerto para comunicarles su imputación por un delito de abandono de la familia al existir sospechas de que se desentendieron de la niña al permitirle viajar con un desconocido. El juez les ha citado a declarar.

Los mossos avisaron a un abogado de oficio y los padres volvieron a relatar la misma historia que contaron cuando presentaron la denuncia, 10 días después de que su hija viajara a Bolivia. Que la dejaron marchar para que disfrutara de sus primeras vacaciones, ya que ellos carecían de recursos y la niña, de nacionalidad marroquí, nunca había salido de España, donde llego siendo un bebé.

La apariencia de la niña es buena. En el hospital será sometida a varias exploraciones para determinar si sufrió agresiones sexuales durante su cautiverio, y cómo se encuentra psicológicamente tras esos siete meses alejada de su familia viviendo en una condiciones muy duras.

Tras declarar, los padres regresaron a su domicilio. Muy molestos y enojados insistieron en que fueron engañados por Grover Morales, el vecino que se llevó a la pequeña de viaje.

VERSIONES COINCIDENTES A pesar de que se negó a declarar ante el fiscal y las autoridades policiales de Cochabamba, ante los periodistas Grover Morales, el secuestrador, contó que viajó a Bolivia con la niña con la intención de comprar oro que después revenderían en España. Una versión que coincide con lo que la menor ha contado hasta ahora de manera extraoficial en Bolivia a los dos oficiales de la Guardia Civil que no se han separado de ella desde que fue liberada en mitad de la selva.

Para los investigadores no cabe duda de que si hubo ese acuerdo para obtener dinero con la compraventa de oro, Grover Morales engañó a los padres. "Él no tenía ninguna intención de regresar a España con la niña. Solo compró billete de ida", recordó un investigador que entiende que, al margen del pacto que hubiera con los padres, el boliviano les estafó. Y por eso, diez días después y tras varios días sin recibir llamadas teléfonicas desde Bolivia, el matrimonio marroquí se asustó y presentó la denuncia.