En medio de la espiral de polémica que durante las últimas dos semanas ha golpeado al poderoso sector automovilístico de Alemania, Stuttgart ha dado un paso al frente para evitar los crecientes niveles de contaminación. Ayer, el tribunal contencioso-administrativo de la ciudad alemana exigió la prohibición de la circulación de vehículos con motores diésel, un veredicto que a pesar de poder ser objeto de apelación supone una gran victoria para las organizaciones medioambientales.

El tribunal remarcó que la prohibición, que acepta la demanda de la oenegé Deutsche Umwelthilfe, permitirá reducir los niveles de contaminación de la ciudad producidos por las emisiones de dióxido de nitrógeno y con ello reducir también los riesgos para la salud a los que están expuestos sus ciudadanos. A falta de que se presenten recursos que puedan paralizar esta decisión, la sentencia entrará en vigor el 1 de enero del 2018.

El Estado federado de Baden-Württemberg, del que Stuttgart es capital, ha anunciado que estudia revisar esa medida aunque no se ha pronunciado sobre su posible aplicación. El Gobierno de este land, formado por una coalición entre verdes y cristianodemócratas, pretendía que las compañías hicieran mejoras en los coches, pero el tribunal ha rechazado esa opción asegurando que sería «insuficiente» y que la salud de los ciudadanos pasa por delante de los derechos de los conductores.

Las organizaciones medioambientales de Alemania, uno de los países más concienciados de Europa en la lucha contra el cambio climático, celebraron ayer la decisión de los tribunales.

«Ya no será posible contaminar el aire de nuestras ciudades con gas tóxico diésel», apuntó Jürgen Resch, director ejecutivo de Deutsche Umwelthilfe.

En el 2015, esta organización ya denunció que las emisiones de dióxido de nitrógeno en Stuttgart superaban casi en un 100% los límites establecidos por la legislación. Anteriormente, esa demanda ya fue aceptada en Düsseldorf, donde aún está pendiente de ser analizada.

Esta medida podría sentar precedente y ampliarse a otras grandes ciudades como Múnich y Berlín. Actualmente, más de 12 urbes del país se encuentran con denuncias interpuestas por la Unión Europea (UE) por superar los niveles de contaminación establecidos. Aun así, desde el 2006 el país fijó la delimitación de espacios verdes urbanos donde los coches con altos niveles de emisiones contaminantes tienen prohibido circular. En ciudades como Berlín eso permitió reducir los niveles de contaminación de diésel en más de un 50%.