Un padre y un hijo, vecinos de Gijón, se han enfrentado a cara de perro ante el juez. El progenitor recurrió a la justicia para eliminar la pensión alimenticia que se veía obligado a ingresar mensualmente a su primogénito de 29 años. Cuando el hombre se divorció de su mujer en 1999 no imaginaba que acabaría pagando casi una década la pensión paternal. «El padre le debía ingresar 550 euros mensuales -explica la abogada Beatriz Zapico- y en principio las pensiones acaban cuando el hijo es independiente económicamente, pero en este caso nunca llegó a serlo».

La primera sentencia se dictó el 20 de octubre del 2017. El padre intentó quedar libre de esta obligación alegando que su hijo no estudiaba, no trabajaba y tampoco tenía voluntad de hacerlo. Él intentó evitar que la demanda de su padre prosperase matriculándose en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) para evitar perder la pensión, y además pretendió conseguir un aumento del importe en 616 euros para cubrir los gastos académicos. «El hijo pagó la matrícula porque quería seguir cobrando la manutención pero el tribunal fue consistente y desestimó el recurso -comenta la abogada-. Se tuvo en cuenta que realizó la inscripción justo después de que su padre recurriese a medidas legales».

«UNA VICTORIA AMARGA» / Los 550 euros que recibía por parte paternal nunca fueron empleados para formarse sino que contaba con esta cantidad como ingreso permanente para vivir de ella. No fue hasta el pasado 30 de abril cuando la sección séptima de la Audiencia Provincial de Gijón falló a favor del padre y le liberó de su obligación con el hijo. «Es una victoria amarga», comenta la abogada en nombre de su cliente. «El padre nunca quiso llegar a estas alturas y durante años intentó convencer a su hijo para que estudiara o trabajara, pero él ni siquiera estaba inscrito en la oficina de empleo».

El caso de Gijón reabre un debate polémico en España: el de los ninis, jóvenes que ni trabajan ni estudian. Mientras que el número de españoles menores de 16 a 30 años que estudian y trabajan llegó a los 615.600 en el 2017, el de estudiantes de bachillerato y FP a 1.480.000 y el de universitarios a 1,3 millones, la cantidad de personas de la misma franja de edad y que ni trabaja ni estudia alcanzó los 1,07 millones, según datos del Instituto Nacional de Estadística. El número de ninis presentado el año pasado disminuyó de manera considerable teniendo en cuenta que su mayor cifra fue en pleno 2012 con 1,6 millones.

Para complementar la decisión de los jueces, la sentencia hizo referencia a una caso del 2001 llevado por el Tribunal Supremo. En el juicio se enfrentaban un padre y sus dos hijas, ambas mayores de 30 años, quienes intentaban mantener la pensión alimenticia que les otorgaba mensualmente. El fallo acabó liberando al padre de esta obligación, alegando que sus hijas no se encontraban en una situación de necesitar una prestación alimentaria, dado que ambas tenían una carrera universitaria, conservaban su plena capacidad física y mental y superaban los 30 años.

El caso se asemeja al de Gijón. «Si el padre continuaba pagando la pensión solo provocaría una situación de pasividad», explica Beatriz Zapico. «Durante todo este tiempo ha sido un privilegiado -añade- y aun así nunca mostró voluntad de estudiar o buscar trabajo, lo cual obligó al padre a recurrir a términos legales con mucho pesar».

El tribunal defiende que la labor del hijo ahora es luchar por conseguir su autonomía personal y económica. «Muchos niños crecen con la idea de que los padres son el ingreso fijo de dinero y se acaban metiendo en una rueda de la que no son capaces de salir», dice Ainhoa Uribe, psicóloga del centro Aitta en Madrid. «Antes, cuando los adolescentes dejaban los estudios lo hacían para ponerse a trabajar. En nuestra sociedad ya no es así», concluye.