El cuerpo de Julen presenta dos fracturas en la cabeza «compatibles» con la caída libre de 71 metros que el niño sufrió al precipitarse por el angosto pozo de la finca de unos amigos, según ha podido saber este diario de fuentes del caso Julen, de dos años, sufrió además múltiples traumatismos, según se desprende del informe preliminar de la autopsia practicada ayer, una vez que el cadáver fue rescatado de las entrañas del Cerro de la Corona, en Totalán (Málaga), en la madrugada del viernes al sábado. Trece días después de una «carrera de obstáculos contra la montaña» cuya resistencia acabaron venciendo los integrantes de la Brigada de Rescate Minero de Asturias, encargados de abrirse paso hasta el menor.

Un silencio «absoluto y resignado» se impuso en la boca del pozo cuando los mineros comunicaron, en torno a la 1.25 horas de la noche, que habían localizado el cuerpo de Julen (que será enterrado hoy en Málaga), según detalló el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Gómez de Celis. El niño se encontraba sepultado entre dos masas de tierra en la cota de 71 metros que la Guardia Civil señalaba constantemente para preparar el dispositivo. Aunque inicialmente el pocero que realizó la perforación de 25 centímetros de diámetro aseguró que había horadado el monte hasta los 110 metros en busca de agua, lo cierto es que el pozo estaba cegado en su último tramo, y el niño se paró ahí al precipitarse dentro.

LA HIPOTESIS «MÁS PROBABLE»

«Fue una caída rápida y libre» hasta los 71 metros, la cota «donde se determinó por los bomberos y la Guardia Civil desde el primer momento que estaba el niño», precisó Gómez de Celis. Justamente el punto donde el aspirador con el que los bomberos trataron de extraer la tierra sobre el niño los primeros días succionó también algunos de sus cabellos. La autopsia confirma esos politraumatismos y las dos fracturas en la cabeza, lesiones todas ellas compatibles con esa caída.

El cuerpo además se encontraba con los brazos levantados, lo que facilitó su deslizamiento a través del tubo tan estrecho, y la ropa «subida», consecuencia lógica también de ese descenso. En este sentido, la posición en que fue encontrado el menor apunta a que en la caída Julen fue arañando el pozo con su cuerpo y las extremidades, y este material le cayó encima sepultándolo.

Aunque hay «diversas teorías», esa es, reconoció el delegado del Gobierno, la principal tesis que maneja la investigación policial sobre el tapón que se localizó el primer día de búsqueda del niño, ya que las paredes del orificio eran «muy imperfectas y arenosas». «Parece la tesis más probable, aunque lo tendrá que determinar el juez», precisó. De hecho, los guardias civiles expertos en espeleología y montaña que actuaron como Policía Judicial y acompañaron a los mineros en el último tramo, al descubrir el cuerpo, realizaron una inspección ocular y tomaron muestras de la tierra para incorporarlas a la investigación que se abrió el día de la desaparición del niño.

POZO SIN LICENCIA

«La prioridad era rescatar al niño, ahora es cuando comienza la investigación», subrayó en este sentido el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien emplazó además a que concluyan las diligencias judiciales que se instruyen en el Juzgado número 9 de Málaga para conocer la existencia de algún tipo de negligencia en la caída del pequeño. «Aún no hay elementos suficientemente contrastados para llegar a una conclusión», apuntó en una comparecencia desde Madrid. Lo único cierto, según confirmó días atrás la Junta de Andalucía, es que la perforación carecía de cualquier tipo de permisos o autorizaciones.

En el mismo sentido que el ministro, el delegado del Gobierno defendió horas antes que «todo el diseño del dispositivo realizado en estos días iba encaminado a llegar lo antes posible hasta Julen, y hacerlo con urgencia y también con delicadeza, porque había que llegar lo antes posible pero sin causarle daño alguno, o no más daño del que ya pudiera tener». Aludió también a los continuos contratiempos por la dureza del subsuelo y la compleja orografía que el dispositivo de rescate encontró. Primero al perforar un túnel perpendicular desde la ladera, descartado por la inestabilidad del terreno; luego con un túnel paralelo al pozo, cuya construcción se demoró más de 55 horas. Y posteriormente, en la galería que debía conectar manualmente éste con el punto donde estaba el niño. «Ha sido una carrera de obstáculos, donde parecía que la montaña se defendía de todos y cada uno de los trabajos que se iban haciendo», lamentó, asegurando que la vocación de los 300 integrantes del dispositivo era «llevar a la más rápida, colosal y diligentemente posible» acción para rescatar al niño. En estos días, el país entero se ha volcado en las labores de rescate. Han cooperado una decena de administraciones, asumiendo el coste de una obra de ingeniería humanitaria de dimensiones colosales, que ha movido 85.000 metros cúbicos de tierra en dos semanas cuando habitualmente se tardan hasta dos meses.

También 37 empresas privadas y organizaciones han brindado su colaboración con recursos materiales o humanos, aplazando obras para usar la maquinaria en la búsqueda. Incluso los vecinos de Totalán se han desvivido día y noche para atender al dispositivo. En el dispositivo participaron los ocho miembros de la Brigada de Rescate Minero, desplazados desde hace más de una semana para realizar la última fase del rescate cavando manualmente una galería a 72 metros de profundidad. Fueron despedidos como héroes.