A las 10 de la mañana del lunes en la puerta de la Audiencia de Barcelona. Esa es la hora y el lugar donde han sido convocados los abogados, fiscales, funcionarios judiciales y el jurado, compuesto por nueve personas y dos suplente, del conocido como el crimen de la Urbana. Desde ese lugar saldrá una caravana de vehículos para practicar una prueba inusual en un juicio con tribunal popular: una inspección ocular.

El objetivo es que los miembros del jurado vean con sus propios ojos los tres escenarios claves en el asesinato del guardia urbano Pedro. R. y por el que están acusados los también policías municipales Rosa Peral, su novia, y el amante de esta, Alberto López. Los nueve hombres sin piedad irán solos en un coche, los abogados y fiscal en otro y el juez que preside el juicio, Enrique Rovira, y los funcionarios en otro. Los procesados también deberán estar presentes en esta diligencia judicial.

Las fuentes judiciales consultas por este diario aseguran que no es habitual la práctica de una inspección ocular en un juicio con jurado. En Barcelona solo se recuerda una en enero del 2014 por un homicidio. El Girona también se ha realizado en alguna ocasión. En el resto de España se conocen pocos casos. Uno de ellos es reciente y fue durante el juicio celebrado en Alicante en octubre del año pasado por el asesinato de María del Carmen Martínez, vida del expresidente de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), el 9 de diciembre del 2016. En ese asunto, el jurado absolvió al yerno de la víctima, que era el único acusado. Los nueve hombres sin piedad fueron conducidos al concesionario de coches donde se produjo el crimen.

Pero en esta ocasión, el jurado que deberá dictar el veredicto sobre Rosa Peral y su amante Albert López por el asesinato ocurrido entre la madrugada del 1 al 2 de mayo del 2017, se trasladará, junto con toda la comitiva judicial, al lugar en que se cometió el crimen, la casa de la mujer acusada en Vilanova i la Geltrú. En la inspección ocular, según las normas que ha marcado el juez que preside el juicio, ni el fiscal, ni los abogados, tantos defensores como el de la acusación particular, podrán decir nada o dirigirse al jurado. Las únicas indicaciones que recibirán el tribunal popular serán por parte de un funcionario. Así, podrá recorrer las dos plantas del chalet de la calle LLorers, en una urbanización de Vilanova i la Geltrú. No será la primera vez que Rosa lo pisa desde su detención. Ya lo hizo en junio del 2017 en la reconstrucción de los hechos ordenada por el juez que instruyo el proceso, días después del crimen.

El móvil de la víctima

Después el jurado recorrerá la distancia que separa la casa de Vilanova i la Geltrú de la urbanización El Papagai de la Bisbal del Penedès donde residía Rubén, el exmarido de la acusada, a quien trataron de implicar en el crimen. Desde allí, según los investigadores, los dos procesados mandaron varios mensajes desde el móvil de Pedro R., la víctima, simulando que seguía vivo y que se había enzarzado con una pelea mortal con el exmarido, con quien estaba enemistado. La estrategia no les funcionó: aquel día Rubén no estaba en casa y Pedro ya estaba muerto.

Luego, Rosa y Albert condujeron el coche con el cadáver de Pedro en el maletero hasta una pista forestal de la carretera BV-2115, en el punto kilométrico 9,9, dentro del término municipal de Castellet i la Gornal (Alt Penedès). Esta será la última parada de la comitiva judicial. Y es que los dos acusados aparcaron el vehículo en el camino que desemboca al pantano de Foix, rociaron el coche de Pedro con gasolina y le prendieron fuego. El cadáver quedó calcinado y solo pudo ser identificado gracias a dos prótesis que le habían implantado a la víctima en la espalda unos meses antes. La fiscalía reclama 24 años de prisión por asesinato para Albert y 25 para Rosa, por el agravante de parentesco.

Con esta inspección ocular, los miembros del jurado podrán ver con sus propios los lugares de los que tanto han oído hablar en el juicio. Pero lo más importante, cuando los diferentes peritos que han participado en la investigación declaren, con la posible exhibición de fotografías, el tribunal podrá tener presente los lugares claves del crimen y valorar las pruebas que se presenten ante ellos. La fiscalía se ha inclinado por esta prueba y no por una nueva reconstrucción de los hechos, porque así no se da el protagonismo a los acusados, que ya serán interrogados en la recta final del juicio.