Durante 129 años el Gran Kilo, un objeto en forma de cilindro recto con una altura de 39 centímetros, hecho de 90% platino y 10% iridio y considerado como el referente universal para definir el kilogramo, tiene ahora los días contados. Hasta ahora el trozo de metal guardaba reposo eterno, que solo era interrumpido para limpiarlo realizando un protocolo seguro. Pero aunque nadie tocara ni manipulara el Gran Kilo, los expertos argumentan que este ha perdido peso: ha encogido alrededor de 50 microgramos, lo que significa que un kilo ya no es un kilo.

Hasta ahora el kilo ha sido nuestra referencia para ir a comprar al mercado, para comprar fruta, verdura o carne. También nos ha servido de referencia para saber cuantos kilos nos sobran después del verano, o cuantos nos faltan después de la estricta dieta. Confiamos en esta mesura des de 1889. Y aunque estos micrógrafos de diferencia no tienen por qué afectar nuestro día a día, sí que suponen un inconveniente para la labor de los científicos.

LA HISTORIA DE LOS KILOS

A finales del siglo XVIII, se decidió que un kilogramo sería la masa de un decímetro cúbico de agua destilada en una atmósfera de presión y 3,98 grados centígrados. Esta medida fue utilizada durante décadas hasta que en 1889 llegó la medida universal de peso. Hoy, 3 siglos después de este acontecimiento histórico, el Gran Kilo dejará de ser la gran referencia.

De aquí a una semana está convocada la Conferencia General Internacional sobre Pesas y Medidas, que se celebrará en Francia, donde se espera que los delegados de 57 países voten para deshacerse de este trozo de metal y que, en su lugar, el kilo sea pesado a través de una alternativa medida en términos de electricidad. Para ello, los expertos proponen que la nueva unidad de peso sea medida con una báscula conocida como Balanza de Watt (también conocida como balanza de Kibble por su inventor).

LA NUEVA MEDIDA DEL KILO

Si esta iniciativa sale adelante, a partir de mayo de 2019 la medida del kilogramo dejará de tener como referencia al Gran Kilo y se definirá utilizando como referencia la balanza de Watt y la constante de Planck. Esta balanza compara la potencia mecánica con la potencia electromagnética utilizando dos experimentos distintos. En primer lugar, se pasa una corriente a través de una bobina, cable enrollado, en un campo magnético para crear una fuerza que contrapese una masa física conocida. Luego, la bobina se mueve a través del campo para crear un voltaje. Al medir la velocidad y los valores experimentales que relacionan el voltaje y la corriente con la constante de Planck, los científicos pueden determinar con mayor precisión el peso de una masa en kilogramos.

MÁS CAMBIOS ADEMÁS DEL KILO

También está previsto que el comité discuta sobre la revisión de otras unidades de medida. El mol, unidad con la que se mide la cantidad de sustancia, se podría redefinir mediante la constante de Avogadro; el amperio, unidad con la que se calcula la intensidad de la corriente eléctrica, pasaría a calcularse con una bomba de electrones, y finalmente el Kelvin, unidad de temperatura más utilizada en investigaciones científicas, se definiría con la constante de Boltzmann, que relaciona temperatura absoluta y energía.