MÚSICO

FALLECIÓ EL DÍA 5 DE NOVIEMBRE EN MEDIANO, A LOS 85 AÑOS

Dos líneas marcaron la vida de José María Campo Puértolas, fallecido el pasado lunes, 5 de noviembre en Mediano, lugar que nunca quiso abandonar y donde descansa para siempre. Músico los años sesenta, se convirtió, casi sin quererlo, junto con su esposa Begoña Olivar, en el símbolo del expolio de muchos pueblos del Pirineo, anegados por los pantanos.

Fueron ellos, precisamente uno de los ejes del documental Mediano. La memoria ahogada, que a partir de la brutal, traicionera e inesperada inundación del pueblo, en abril de 1968, realizó Aragón Televisión. El estreno del documental, la reubicación de la vieja campana de la iglesia, visible siempre sobre las aguas y uno de los iconos de Sobrarbe, así como la explicitación del perdón por parte de la Confederación Hidrográfica del Ebro, contribuyó a aliviar su pesar, aunque nunca olvidó lo sucedido.

Pero fue también un hilo conductor de España baila, el documental realizado por los hermanos Javierre sobre la música popular en nuestro país. Alternando en pantalla con figuras como Manolo Escobar o Salvatore Ádamo, José María Campo evocaba toda una vida a los sones de su acordeón o los teclados, pues saltaba de un instrumento a otro, además de entonar y dirigir las canciones.

Fue precisamente su particular versión de una de ellas, La higuera se secó, la que casi convirtió en himno oficioso de Sobrarbe y alrededores.

Pues mientras le duraron las fuerzas, casi hasta ayer mismo, no dudaba en cargar el coche y lanzarse por pistas, caminos y carreteras para alegrar cualquier reunión. Todos los valles pueden dar fe de ello y así se constató en su despedida, donde sus amigos músicos interpretaron la misa de Pio X, otro de sus símbolos musicales.

Ha sido el último de los cuatro fundadores de la Orquesta Sobrarbe en irse. Con José Costar, Martín Cavero y Martín Sánchez, su primigenia formación, animaron rondas, bailes y verbenas, en unos tiempos en los que no se tocaba la guitarra eléctrica simplemente porque no había luz en los pueblos que visitaban. Ellos marcharon, pero José María fue aliándose con otros músicos o animando a los principiantes a salir al escenario.

Mantengo en la memoria, ya para siempre, a pesar de mi nulo oído musical, la canción que dedicó en Boltaña, hace muchos años, al novio de la nena, Begoñita. Música que permanece en la memoria, imprescindible en las reuniones familiares, en las que, a la mínima, improvisaba un trío con su hijo Carlos y su nieto Jacobo.