El desgarro de Juana Rivas se hizo público a mitad de la historia. Salió a la luz su pasado de maltrato y reconciliación con su expareja, y su presente como prófuga junto a sus dos hijos de 7 y 3 años. Todos los estamentos políticos y sociales se posicionaron a su lado y ofrecieron su ayuda. Esta madre de Maracena (Granada) que dejó en evidencia los fallos del pacto contra la violencia machista se enfrenta ahora, sola, a un futuro incierto con múltiples frentes judiciales y sin la certeza de si podrá continuar con sus hijos.

La falta de fondos para afrontar tantas causas le ha llevado a abrir una campaña de crowdfunding, denominada Ayúdame a seguir luchando, con la que prevé recoger los 60.000 euros que, dice, necesita para pagar a abogados, viajes y traductores que le ayuden a recuperar a los niños. El juicio por la custodia de los menores, que se celebrará en Italia el 31 de octubre, es la principal preocupación de Juana, que según su defensa jurídica está «muy mal» anímicamente. Desde que su expareja, Francesco Arcuri, se fuera de España con los niños la madre apenas ha podido hablar con ellos.

INCOMUNICACIÓN

Sus abogados tuvieron que presentar en Italia una denuncia penal contra el padre por desobediencia a la justicia e incumplir la orden de abrir la comunicación entre madre e hijos. «Se está saltando incluso la ley italiana», explican los letrados de Juana. El marido no facilita el contacto ni responde al teléfono cuando ella llama para hablar con los niños. «En la práctica, Juana solo habla con sus hijos dos o tres minutos cada cuatro días», reprochan.

Los abogados pedirán en España la custodia completa para Rivas. Explican que desde el 2009, cuando se produjo la condena de Arcuri por maltrato, la custodia del hijo que tenían en común le fue concedida a la madre. Pero tras la reconciliación de la pareja y la huida de ella a España, el padre la pidió en Italia en julio, y al estar fuera la madre los jueces se la concedieron como medida provisional. A esta decisión es a la que apeló Arcuri para volver a su país con los niños, aunque los abogados estudian cómo recurrirla al entrar en contradicción con la decisión del 2009.

El padre ha echado atrás la oferta de custodia compartida realizado cuando Juana estaba desaparecida. Ahora intentará no solo tener la guardia y custodia de los menores, sino que la madre solo pueda visitarlos en Italia y en presencia del progenitor dado el riesgo de fuga.

Italia también deberá pronunciarse sobre la denuncia de violencia machista que Juana presentó nada más llegar a España, y que tras un archivo inicial se decidió reabrir y que se devolviera al país donde se produjeron los supuestos malos tratos. Un trámite que se dilató casi un año. Aún hoy, según los abogados, «no se ha recibido la denuncia ni se ha incoado expediente» en Italia. El proceso allí podría retrasarse otro año más por la lentitud de la justicia italiana, por eso han intentado sin suerte que se tramitara en Granada.

Los juzgados de Granada son el último frente de Juana. Tienen recurrida la decisión de un juzgado de primera instancia que rechazó que la causa por maltrato fuera vista en España. Como Arcuri tiene representación legal y ha estado aquí en agosto, es posible que sea enjuiciado en suelo español.

El equipo legal de Rivas sabe que queda una ardua batalla, pero tiene claro que su defensa pasa por presentarla como «una mujer víctima de violencia machista que debería haber sido defendida por la ley». Si la justicia la hubiera protegido, insisten, «nada de lo que ocurrió después habría pasado».