Letizia ha sido la protagonista absoluta de los Premios Príncipe de Asturias. En lo que dura un telediario, la periodista se convirtió en una flamante princesa. Y como tal, ayer presidió junto al Príncipe la entrega de los galardones, conteniendo con dificultades el llanto que no brotó el día de su boda. Durante esta visita a su Oviedo natal, acaparó todas las miradas y comentarios. En la mente de muchos estaba la foto de hace un año, en la que saludaba al heredero una semana antes de anunciar su compromiso. Entonces era una periodista de TVE. Ayer, con permiso de Doña Sofía, Letizia fue la reina.

Era su día. Y la Princesa vivió su nuevo papel mostrándose más sensible que nunca. A mediodía, antes de las audiencias con los premiados, la banda Ciudad de Oviedo tocó la misma pieza que interpretó en el enlace, Marcha de mayo . Y Letizia se emocionó. Su marido, que se percató, la agarró por la cintura para darle su principesco apoyo. Pero aún les deparaban más sorpresas. El autor de la partitura, Juan Manuel Guti, les regaló una gaita. Felipe sonrió, hasta que le pidieron que la probara. "Es que es muy difícil", se quejó él. "Todo es cuestión de probarla", insistió ella.

La transformación

Letizia ha revivido en Asturias muchos recuerdos. "Cuando llegas aquí te transformas, no hablas como en Madrid", le dijo Felipe. "Soy de aquí y es normal que me salga el acento", le respondió. Lo cierto es que su estancia ha dado mucho de sí. Una anécdota curiosa la propició el alcalde de Aller, que le soltó: "Si me permite, Alteza, creo que debería comer más". El Príncipe, al quite, terció: "No sé cómo lo hace, pero lo quema todo".

Quizá lo que le consume es su ansia por no perderse detalle. La misma que, a veces, hace que le cueste mantenerse en este otro lado de la noticia. Durante el encuentro que el galardonado Jean Daniel tuvo con los directores de diarios locales, se le despertó la vocación periodística y, ni corta ni perezosa, sacó del bolso una libreta y un bolígrafo para tomar notas. De hecho, ayer tuvo oportunidad de saludar a sus excolegas del ente público, incluido Alfredo Urdaci, durante un almuerzo privado en el que estaba la Reina.

De nuevo se las pudo ver juntas en la ceremonia de entrega de premios, en el Teatro Campoamor. Afuera, cerca de 5.000 personas la ovacionaron al entrar --Oviedo vivió una auténtica Letimanía --, y los aplausos se repitieron dentro. Y no sólo una vez, sino tantas como el Príncipe la mencionaba. "La ceremonia adquiere un nuevo y emocionante significado, pues me acompaña por primera vez mi esposa. A ella me uní hace ya cinco meses", dijo nada más empezar. Letizia, cabizbaja, pudo entonces contener las lágrimas. "Un árbol los premios que a partir de ahora contará también con el cuidado y la ayuda entregada de mi esposa, la Princesa de Asturias", prosiguió Felipe, en el tramo final de su discurso. Entonces, Letizia empezó a pasarlo mal de verdad.

El remate llegó con el Himno de Asturias . Aquí sí que ya no pudo aguantar más, y se enjugó disimuladamente varias lágrimas. En el hall del teatro la esperaba la Reina. Se abrazaron. Luego Letizia se acordó de la reverencia. Y volvieron a abrazarse. "No veas qué nudo tenía en el estómago", le explicó, con la mano en el regazo.