Debido a su delicada salud, el Papa está continuamente asistido por un equipo médico de urgencias, y un helicóptero medicalizado está dispuesto para despegar en cualquier momento. La emoción, el cansancio y la enfermedad de Parkison así como los problemas de artrosis que lo aquejan se manifestaron claramente cuando rezaba arrodillado en la gruta de la Virgen.

La imagen de Juan Pablo II con lágrimas en los ojos y al borde del desmayo fue difundida por todas las televisiones del mundo. Sus colaboradores recordaron que los efectos del tratamiento que se le administra duran un máximo de tres a cuatro horas y que necesita descansar regularmente para recuperarse. Su médico personal, Renato Buzzonetti, lo acompaña en todo momento, junto a una religiosa enfermera, sor Tobiana.