Este naufragio es un calco de los anteriores, que se han cobrado 70 muertos este año. Las pateras, cada vez más débiles y menos estables, vuelcan al ponerse en pie sus ocupantes al ver llegar una patrullera de la Guardia Civil. El exceso de viajeros y el oleaje hacen el resto.

El rescate es muy complicado. La mayoría no sabe nadar, el vuelco se provoca de madrugada y, para combatir el frío, viajan muy abrigados. Sus propias ropas mojadas los arrastran con rapidez hacia al fondo del mar.