Un total de 32 muertos, 16 desaparecidos, más de un millón de evacuados, 5,3 millones de afectados y pérdidas de casi 2.000 millones de euros: ese es el dramático balance hasta ahora en China tras la llegada del tifón Lekima, el más potente que azota al país desde 2014, con vientos de hasta 187 kilómetros por hora. Se trata del noveno tifón registrado este año en el gigante asiático, que ha obligado a cancelar cientos de ferris, vuelos y a cortar tramos de varias líneas ferroviarias.

El último balance de las autoridades locales indicó que la mayoría de las muertes se produjeron en el condado de Yongjia, situado en la provincia de Zhejiang, donde el tifón tocó tierra la madrugada del sábado. Allí, las lluvias torrenciales provocaron un corrimiento de tierras que bloqueó los ríos cercanos a un embalse, lo que provocó que el nivel de este creciera hasta diez metros en pocos minutos.

El Gobierno central anunció un fondo especial de 30 millones de yuanes (3,8 millones de euros) para ayudar a los afectados por el Lekima en Zhejiang. Más de 21.000 militares han participado en las tareas de rescate, en las que se desplegaron unas 400 embarcaciones con las que evacuaron a más de 33.000 personas. Según fuentes militares citadas por la agencia estatal Xinhua, los equipos han reparado hasta ahora 247 kilómetros de carreteras, limpiado 3,2 kilómetros de ríos y transportado 105 toneladas de material de ayuda humanitaria.

En Zhejiang, una de las provincias históricamente más afectadas por tifones, más de 180.000 hectáreas de cultivos y 34.000 casas han resultado dañadas. Entre las zonas afectadas destaca la ciudad de Linhai, cuyas murallas son una atracción turística y que quedó inundada el sábado. En Shanghái, centro económico del país, 253.000 personas fueron trasladadas a lugares más seguros.