El mensaje de la Dirección General de Tráfico está claro: levantemos el pie del acelerador y habrá menos accidentes. El Consejo de Ministros aprobará hoy un real decreto que modifica el reglamento de Circulación para que en las carreteras convencionales -aquellas con un carril por sentido y aquellas que no tienen separación física entre los dos sentidos de la circulación- la velocidad baje de los actuales 100 kilómetros por hora actuales a 90. La medida, que entrará en vigor un mes después de su publicación en el Boletín Oficial del Estado, afectará a algo más de 7.000 kilómetros de vías.

La normativa actual -que data de los años 80- diferenciaba los límites de velocidad en las vías convencionales (las que no son autovías ni autopistas) en función de si el arcén tenía un tamaño superior a 1,5 metros. «Esta distinción no existe en el reglamento de ningún país. A partir de ahora dará igual el tamaño del arcén. Se circulará a un máximo de 90 y punto», explica Pere Navarro, máximo responsable de la DGT. «Nuestro objetivo es simplificar las cosas, que las normas sean más simples y más sencillas para los conductores. Y también, claro está, converger con Europa», añade. En la mayoría de países de nuestro entorno, como Italia y Portugal- el límite de velocidad es de 90km/h.

Las carreteras convencionales de doble sentido son el verdadero agujero negro de la seguridad vial porque son las que registran mayor siniestralidad. El 75% de los accidentes con víctimas se producen en ese tipo de vías. En el 20% de los casos la velocidad es la causa del siniestro. De ahí el interés de la DGT en cambiar la normativa actual. La estrategia de Seguridad Vial 2011-2010 fija como objetivo principal que la tasa de fallecidos por siniestros de tráfico por millón de habitantes baje de 37. los datos de los últimos años demuestran que las víctimas están aumentado.

El documento Siniestralidad en carreteras convencionales revela que durante el 2017 fallecieron en ese tipo de vías 1.103 personas (77%), frente a 223 (17%) en autovías y 85 (6%) en autopistas de peaje. No son porcentajes muy diferentes a los de años anteriores. En la última década, la siniestra cuota de las convencionales ha oscilado entre el 75% y el 80%, con una muy ligera tendencia a la baja. El estudio determina que el riesgo de fallecer por accidente en las vías convencionales es 3,6 veces más alto que en el resto. Es decir, más del triple. La tasa de fallecidos por cada mil millones de kilómetros recorridos en las carreteras de doble sentido es de 9,0 frente al 2,5 de las autopistas y autovías. Para atajar los siniestros es imprescindible saber cómo se producen y por qué. El informe es muy clarificador. En primer lugar están las salidas de vía (367 fallecidos) provocadas por el exceso de velocidad, alcohol, drogas, distracciones, el cansancio y el sueño.

Los planes de Navarro no pasan solo por que el Gobierno apruebe mañana el texto. La DGT tiene prevista una estrategia que implicará aumentar la vigilancia y el control -más agentes, más radares y más campaña- para que la medida se cumpla. «Normalmente, cuando los poderes públicos reducen los límites de velocidad en las carreteras la gente se te echa encima. Sin embargo, en esta ocasión hemos encontrado la complicidad de los usuarios. Quizá se debe, a que lo hemos sabido explicar bien», concluye Navarro.