«Que sufra por perra y por mala, no la matan en España, la matamos nosotros en Coripe a la negra». Con niños jaleando y voluntarios disparando escopetas de salvas a un muñeco de tela y paja que se asemejaba a la asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz, Ana Julia Quezada, el pueblo sevillano de Coripe festejó el domingo su Quema de Judas, fiesta declarada de Interés Turístico de Andalucía. El Movimiento contra la Intolerancia ya ha denunciado el festejo ante la fiscalía de delitos de odio por las vejaciones «racistas y violentas» por su naturaleza racista y xenófoba, mientras muchos en el pueblo defienden la celebración en la que otros años se ha escogido a personajes conocidos por una mala acción ese año. Anteriormente, ese «honor» ya recayó en el asesino de Marta del Castillo, el capitán del Costa Concordia, Iñaki Urdangarín o Bárbara Rey, seleccionada el pasado año por airear su relación con el rey emérito.

Elaborado por el AMPA

«No podíamos haber elegido mejor este año», justificaban algunos vecinos en sus redes sociales al descubrir el aspecto, muy reconocible, de Ana Julia Quezada: tez morena, pelo rizado, mochila y una camiseta blanca similar a la que usó en algunas de las concentraciones para reclamar la vuelta de Gabriel. Tras pasearla maniatada por las calles del pueblo, le tiraron del pelo, la subieron al árbol y comenzó la fiesta propiamente dicha: golpes y disparos de salvas hasta que el muñeco empieza a arder y en su totalidad entre gritos de «al infierno, al infierno». Y todo ello fielmente recogido por cientos de móviles en alto, entre risas y en presencia de numerosos niños. De hecho, aunque la celebración es organizada por el Ayuntamiento (del PSOE), con quien fue imposible contactar ayer, el muñeco es confeccionado por los alumnos del colegio de la localidad.

«Esto es una tradición de muchos años que representa un pasaje de la Biblia cuando Judas se colgó en la higuera, lo hacemos todos los años y no creo ni q fomente el racismo ni la violencia, solo es tradición», defienden algunos vecinos, pidiendo respeto a una costumbre local del Domingo de Resurrección que consideran «el día grande de Coripe, los niños están deseando que llegue ese día para disfrutarlo». «Violencia es ver la tele de hoy en día con insultos, palabrotas, ladrones, asesinos, golpistas…», respondían a las críticas, recordando incluso que en las fallas también se queman personajes públicos sin que haya polémicas. Otros vecinos reconocían el «exceso de morbo» o entendían que ese «odio público como divertimento» no debía ser realizado ante los menores. «Algunas tradiciones hay que ir dejándolas atrás», zanjaba otro.

Pero para la asociación Movimiento contra la Intolerancia este linchamiento es un delito contra las libertades y derechos fundamentales. Denuncian que durante «el transcurso de los hechos se escucharon expresiones vejatorias y humillantes que hacían referencia a su condición de mujer negra, jaleando el linchamiento y la violencia, y todo esto se realizaba en un contexto popular con menores presenciando los hechos», por lo que piden a la Fiscalía de Delitos de Odio la apertura de diligencias para esclarecer si esas «vejaciones racistas y violentas» son constitutivas de delito.

«Unos hechos que son contrarios a los más elementales principios del derecho reparador y que obvian el necesario interés del menor que ha de ser protegido en todo momento, dado el presunto carácter de los mismos donde públicamente se fomentan el odio y la violencia hacia la muñeca representativa de la confesa criminal del niño Gabriel», subrayó la asociación en un comunicado.