La probabilidad de que se repita un verano tan tórrido como el anterior es escasa desde un punto de vista estadístico, pero nadie puede garantizarlo porque las previsiones a largo plazo tienen una fiabilidad muy discutible. Quizá los modelos de previsión mejoren en un futuro, pero su porcentaje de éxitos se derrumba hoy en día en cuanto se supera el plazo de una semana.

LO QUE PASO EN EL 2003 Nunca desde principios del pasado siglo, cuando se inauguraron buena parte de los observatorios españoles, se había sufrido una ola de calor tan prolongada, puesto que la verdadera canícula irrumpió a principios de junio y no se fue hasta finales de agosto. La mayoría de las estaciones batieron sus récords de temperatura media y además lo hicieron con amplitud, según un balance elaborado por el Instituto Nacional de Meteorología (INM). Las mayores anomalías se registraron en el área mediterránea y el valle del Ebro. Palma de Mallorca y Gerona, como ejemplos espectaculares, batieron sus respectivas medias en los tres meses (junio, julio y agosto). Las máximas absolutas rondaron los 46º en Mérida y Córdoba.

LO QUE SUELE PASAR Los veranos mediterráneos son largos, cálidos y secos, "y por lógica eso es lo que podemos esperar, aunque es difícil aventurarse", afirman fuentes del Meteocat. Efectivamente, los observatorios catalanes suelen tener un periodo estival de escasa precipitación, pero basta con retroceder al 2002 y al 2001 para encontrar sonadas excepciones. En cualquier caso, las últimas décadas muestran una tendencia al alza de las temperaturas veraniegas, atribuible supuestamente al efecto invernadero, y prueba de ello es que la mayoría de las marcas batidas el año pasado habían sido establecidas en veranos muy recientes, como 1991 y 1994. "Que hayamos tenido una primavera suave y lluviosa tampoco significa nada --añade el Meteocat--. Hay excepciones para todo".

LO QUE PODRIA PASAR Aunque las previsiones a largo plazo tengan poca fiabilidad, no significa que no haya institutos de prestigio que se dediquen a ellas. El IRI, de la Universidad de Columbia (EEUU), ha previsto para Europa un verano suave, por debajo de la media, y más bien breve. El MetOffice (Reino Unido) espera un junio y un julio normales, aunque secos. La NOAA, la administración meteorológica de EEUU, calcula un verano normal, sin más. Finalmente, Météo-France augura un junio relativamente fresco y julio con registros superiores a la media por poco.