"Mira, ya están plantando los pinos para la boda del niño". La frase se oye frente a El bosque de los ausentes , el monumento vegetal que recordará a las víctimas del atentado del 11 de marzo. Son 192 cipreses y olivos que estos días están siendo instalando en la glorieta de Atocha, frente a la estación. Cuando Felipe y Letizia ya sean marido y mujer, los verán en su camino hacia la basílica de Nuestra Señora de Atocha, donde ella ofrecerá el ramo. Cuando acaben los festejos, los árboles volverán a los viveros municipales.

Remigio, un señor que pasea con su esposa por la glorieta, dice "pinos" y se encoge de hombros cuando su mujer le corrige con un "que son abetos, ¡hombre!". No son los únicos despistados en materia botánica. Un espontáneo se para a ilustrar a los profanos y sienta cátedra: "Son coníferas, no cipreses". Diez operarios disponen los árboles en torno a la fuente. Las vallas protectoras no permiten ver más que la parte alta del andamiaje, pero los trabajos entretienen al paseante.

No son los únicos. Por Atocha pasan miles de coches y muchos conductores que tienen que rodear esta rotonda reducen la marcha y estiran el cuello. De poco sirven los "circule" de los policías municipales, el concierto de claxon acaba con los tímpanos de cualquier mortal.

La solución ideada para embellecer la zona y recordar a los que murieron no acaba de convencer a los ciudadanos. La idea les parece bien, lo que no gusta es el ciprés. Lo que un decorador considera "árbol espiritual", un madrileño castizo lo llama "árbol de cementerio". Angel, un estudiante de 17 años que espera a su novia, opina que este bosque es lo que más le gusta de todo "el montaje de la boda", pero también le dan "mal rollo" los cipreses. "Está muy bien recordar a los que no están porque un sarao como éste, tan poco tiempo después de aquello, quedaba mal", comenta Angel.

El paisaje ha cambiado. Los policías, la estación y el monumento ha eliminado un detalle poco estético: los manteros. Antes, al salir del tren, cualquiera podía encontrar, en menos de 50 metros, un buen surtido de CD, pashminas , bolsos y gafas de sol. Ahora no hay ningún mantero porque el grito de "agua, agua" sería continuo.