El sueño de Antonio Sánchez Rollo estaba a punto de cumplirse. Tanto le pesaban sus 130 kilos que decidió someterse a una reducción de estómago, y el dinero de la lotería lo hizo posible. Ahora está muerto y su familia se pregunta por qué una operación supuestamente sencilla ha podido acabar así.

El pasado 22 de diciembre, a Antonio, de 27 años, le tocaron 30.000 euros (5 millones de pesetas) de un cuarto premio del sorteo de Navidad. "Lo tenía decidido de antes y, si no le llega a tocar el dinero, lo hubiera hecho igual porque quería pedir un crédito", recuerda su novia, Maribel Reinoso.

Con el premio en el bolsillo, acudió a la clínica privada Medimar de Alicante. "Estaba totalmente sano. Lo hizo por estética", explica su hermana Esther, que se lamenta de que "se lo pusieran todo muy bonito". Aunque en la autorización que firmó "sí constaban los riesgos", explica la hermana, "de palabra no le dijeron nada, sólo cómo iba a quedarse, que en dos días estaría en casa y que podría ir a trabajar enseguida".

Las complicaciones

El 3 de enero entró en el quirófano, después de que, según su hermana, "sólo le hicieran un análisis de sangre y una radiografía". La operación, que consiste en instalar una anilla que reduce la capacidad del estómago, concluyó sin problemas aparentes y, tres días después, Antonio recibió el alta. Pero Esther afirma que "tenía 39 de fiebre" y que, cuando informaron de este hecho al cirujano que lo había operado, éste les dijo que "era todo normal y le recetó antibióticos".

Al no cesar la fiebre, la familia llamó "varias veces" al médico, que no cambió su diagnóstico hasta que, al día siguiente, la herida empezó a supurar. El cirujano volvió a reconocerlo y le practicó curas los dos días siguientes. El tercer día le atendió un médico de guardia, que detectó una infección "de caballo" y ordenó el ingreso del joven. Cuando volvió a verlo, el cirujano decidió instalarle un drenaje, para lo que era necesario volver a operar.

La fiebre siguió alta y, según su hermana, Antonio "se ahogaba y sufría dolores, pero al médico le parecía normal". La noche siguiente vomitó sangre. En el quirófano, el facultativo comprobó que la infección se produjo por una perforación, una peritonitis que obligó a ingresar a Antonio en la UCI, donde murió el miércoles por la tarde. "Desde el momento en que nos dijeron que mi hermano se moría no han vuelto a aparecer los médicos a decirnos nada", asegura la hermana de la víctima, que, después de reunirse ayer con Juan Carlos Padilla, director de la clínica Medimar, anunció que denunciará al cirujano y al centro por negligencia. "Ese hombre va a pagar lo que ha hecho. Moveré cielo y tierra, pero lo tengo que ver en la cárcel", concluyó Esther Sánchez.

Padilla, por su parte, achaca la muerte a "una concatenación de desgracias", como la infección, "que se registra en menos del 1% de los casos", y sostiene que la actuación del centro fue "la correcta" y que "se emplearon todos los medios necesarios".