A las siete de la tarde, Sisqo Bambola subió al muro de su Facebook una fotografía del mes de abril en la que sus hermosos gemelos besaban a su madre el día de su cumpleaños. En tres líneas de texto tecleadas con impotencia y el más terrible de los dolores, el hombre anunciaba que sus dos hijos habían muerto en aguas españolas. Los pequeños estaban con su madre y una hermana de tres años en la patera que el miércoles por la tarde partió de Nador y que ayer por la mañana fue rescatada a 23 millas al sureste del Cabo de Gata, en Almería. Solo 28 personas fueron rescatadas con vida. Otras 29 desaparecieron en un mar picado con olas de hasta tres metros que zarandearon la embarcación durante horas. Nueve de los desaparecidos eran menores de tres años. Sus madres, todas embarazadas, viajaban con ellos en una incierta travesía en busca de lo que debía ser un futuro mejor.

Costaba ayer no emocionarse con el relato de los trabajadores y voluntarios de la Cruz Roja que asistieron a los supervivientes en el muelle del puerto de Almería. Curtidos en mil desgracias y tragedias, en esta ocasión, el llanto desesperado de las madres resultaba insoportable. Aferradas a las prendas de sus hijos, que besaba y olían con desesperación, las madres gritaban, y alternaban los lloros con canciones de cuna. Impotentes, agotadas, desoladas y conscientes de que poco o nada se podría hacer ya por las vidas de sus pequeños.

Durante el día de ayer, dos embarcaciones y dos helicópteros de Salvamento Marítimo y de la Guardia Civil navegaron y sobrevolaron la zona en busca de los cuerpos. La búsqueda se suspendió con la noche y se reemprenderá hoy con los mismos medios, pero pocas esperanzas, con los primeros rayos de sol. No será fácil. Ninguno de los supervivientes fue capaz ayer de aportar algún dato sobre el lugar o el momento en el que los desaparecidos cayeron al agua.

La embarcación, de color verde, partió de las afueras de Nador el miércoles por la tarde. Lo narró por teléfono a este diario desde Tánger Helena Maleno, responsable del colectivo Caminando Fronteras, y a quien el padre de los gemelos alertó el jueves de que las cosas no iban bien en la embarcación en la que viajaban su mujer y sus tres hijos. El hombre había hablado con su mujer por móvil. "Conseguimos el teléfono de otro tripulante de la patera y el jueves por la mañana yo misma yo hablé con ellos. Se habían quedado sin combustible y decidieron arrojar el motor al agua. En ese momento, estaban perdidos, pero no había desaparecidos".

FAMILIAS DESESPERADAS

Maleno, como ha hecho en otras ocasiones, alertó a Salvamento Marítimo y se inició la búsqueda. El jueves la mar estaba muy mal. Los diferentes teléfonos con los que trabaja la activista empezaron a echar humo. Personas con amigos o familiares en la patera empezaron a llamarle buscando información.

Poco antes de las once de la mañana, un buque mercante avistó la patera. El buque de Salvamento Marítimo Salvamar Denébola rescató a los inmigrantes, todos nigerianos y camerunenses, mientras que el helicóptero Helimer 212 trasladó a Mariam Diallo, embarazada de cinco meses, y a una niña de tres años hasta un hospital de Almería, en estado grave, aunque anoche ya no se temía por sus vidas.

Todos los hombres rescatados y las dos únicas mujeres de la embarcación no estaban embarazadas ni perdieron ningún hijo en la travesía, fueron trasladados, tras ser atendidos por la Cruz Roja, a la comisaría de policía de Almería. Los investigadores sospechan que casi todas las mujeres que viajaban en esa embarcación eran víctimas de una red de trata de blancas. Y que las dos mujeres trasladadas a declarar fueran las encargadas de la mafia de controlar al resto.

El coordinador provincial de Cruz Roja en Almería, Francisco Vicente, contó a este diario que se desplegó el equipo de asistencia psicológica para las madres. "Al principio lo único que hemos podido hacer es dejarlas llorar y abrazarlas".