La sociedad avanza más rápido que los políticos y Ángel Hernández lo ha puesto de nuevo de manifiesto. Este jubilado madrileño estaba harto de ver sufrir a María José Carrasco, su compañera durante 25 años, y el miércoles decidió ayudarla a cumplir su mayor deseo: morir. Otras personas que han colaborado a poner fin a la vida de enfermos postrados y graves se han ocultado por miedo a ser procesadas, pero Ángel lo hizo a cara descubierta: en un vídeo se ve cómo suministra la sustancia letal a María José y además explica que su esposa se lo ha pedido «muchas veces», que él «confiaba en que se aprobara la eutanasia, pero visto lo visto…»

Visto lo visto es que el adelanto electoral ha provocado que la norma para regular la eutanasia en España, impulsada por el PSOE, quede varada, pese a que había sido admitida a trámite. Las desavenencias políticas han provocado que ni siquiera se haya constituido la ponencia destinada a debatir las enmiendas y, con la convocatoria electoral, se tendrá que empezar de nuevo.

El PSOE avanza que la registrará una vez se constituyan las Cortes, pero ya es demasiado tarde para María José, y quizá para otros enfermos. También Maribel Tellaetxe, aquejada de alzhéimer y cuya familia había registrado en el Congreso más de 280.000 firmas para acelerar la despenalización de la eutanasia, murió a principios de marzo. En su caso, de forma natural, pero según denunciaron sus hijos, «desprovista de dignidad y sometida a conductas análogas a la tortura hasta la muerte».

EL CONSENTIMIENTO

No se sabe si María José sufrió al morir. No se ve en el vídeo, adelantado por Cuatro y Telecinco. Lo que sí se aprecia es que ella da su consentimiento aunque pese a ello, Ángel fue detenido y, tras prestar declaración ante el juez, anoche quedó en libertad sin medidas cautelares. Pudo irse a casa sin fianza, algo que celebraron las organizaciones que trabajan por la muerte digna. El Código Penal castiga con entre dos y 10 años de prisión a quien «coopere con los actos necesarios al suicidio de una persona», pero rebaja uno o dos grados la pena inferior si hay petición expresa de la víctima y esta padece una enfermedad grave.

En el vídeose ve a Ángel preguntarle a María José si sigue «con la idea de suicidarse». Ella, con la mirada perdida, contesta que «sí». «Sabes que te tengo que ayudar yo», le pregunta de nuevo. «Sí», contesta ella. «Cuanto antes mejor», añade. Al día siguiente, ya ante la cama de ella, Ángel cuenta que le va a «prestar sus manos» para ayudarla a morir. Primero le da agua, para ver si traga bien. Después le pregunta de nuevo que si está «decidida». «Sí», dice ella. Entonces le da a beber una sustancia, mediante un vaso con una pajita, y la coge la mano «para notar la ausencia definitiva de sufrimiento».

OPOSICIÓN

En la legislatura que acaba, solo el PP se oponía abiertamente a legalizar la eutanasia. No obstante, el PSOE acusó a Ciudadanos de aprovechar la mayoría que formaba con los populares en la Mesa del Congreso para «bloquear» la norma, ampliando indefinidamente el plazo de enmiendas. El partido de Albert Rivera fue el que promovió la ley de muerte digna, que generaliza los cuidados paliativos, y que también se quedó paralizada con el adelanto electoral, pese a que ya estaba encarrilando los últimos trámites en el Senado. El partido naranja sostiene que primero hay que conocer qué «garantías» se van a ofrecer a los enfermos terminales, para luego debatir sobre el resto de pacientes incurables -menos numerosos- que piden morir, que es a quien se dirigiría la regulación de la eutanasia. El problema es que el PSOE se opuso a que la ley de muerte digna tuviera sanciones específicas y Ciudadanos bloqueó la tramitación de la norma sobre la eutanasia para presionar a los socialistas para que aceptaran dar poder coercitivo a su reglamento.