Colocados de marihuana y alcohol, millones de peregrinos o kanwarias rinden su tributo anual durante la época del monzón al dios hindú de los excesos, Shiva, al que tras largas caminatas ofrendan agua del sagrado río Ganges.

Animados por el mantra Bol Bam (Di Shiva, en hindi) los devotos de una de las deidades más importantes del panteón hindú recorren entre 100 y 400 kilómetros, en su mayoría a pie, para recoger en dos cántaros agua del río Ganges, en el norte de la India, y trasladarla a diferentes templos dedicados a Shiva.

"Por mi experiencia me he fijado en que si no dices Bol Bam no puedes avanzar. Las palabras te dan la fortaleza para continuar, como si alguien te alentara a seguir adelante", explica a Efe Sujata Mukherjee, una ama de casa de mediana edad, poco después de finalizar el peregrinaje.

Durante el recorrido, conocido como Kanwar, los devotos, vestidos de azafrán -color sagrado para los hindús-, cargan los cántaros de agua colocados en los extremos de un palo de madera que nunca, sin excepción, puede tocar el suelo.

Como espectador, las caminatas de estos devotos se parecen más a un festival de música electrónica, ya que a pocos metros de los peregrinos siempre les acompaña un camión-escoba con altavoces con música a tope y jóvenes en su interior divirtiéndose.

Y es que además del agua del Ganges, otra de las ofrendas a Shiva es marihuana, que consumen también diluida en una bebida conocida como bhaang, en busca de la bendición de este poderoso dios que, según la creencia, tiene la capacidad de destruir y crear de nuevo el universo para perfeccionarlo.

CONTRASTE

El peregrino Mithilesh Kumar Singh, un estudiante de 20 años, reconoce que el consumo de bhaang es habitual entre los más jóvenes, pero no así entre los devotos de mayor edad y familias. Las fuerzas de seguridad también hacen la vista gorda mientras la marihuana y el alcohol pasan de mano en mano, con el tráfico más congestionado que nunca a medida que los peregrinos interrumpen la circulación.

Autoridades de las ciudades norteñas de Ghaziabad y Meerut, por ejemplo, han decidido cerrar los centros educativos durante la época de mayor confluencia de peregrinos para preservar así la seguridad de los estudiantes.

Muchos devotos, sin embargo, quieren alejarse de esta imagen "antisocial" de la peregrinación y centrarse en el alto significado religioso y espiritual que tiene para muchos de ellos.