-Por fin se ve cumplido su deseo de tener un programa en prime time...

-El «por fin» lo quitaría. Lo del prime time entra en la profesión: te puede tocar mañana, tarde, noche, fin de semana o un horario marginal. Yo no le doy mayor importancia a eso porque llevo muchos años en televisión y ya he hecho programas de todo tipo. En TVE sí que es la primera vez que hago un espacio de noche, cosa que me enorgullece y me hace mucha ilusión. Espero que la crítica sea arrolladoramente buena.

-¿Es una Mariló Montero distinta?

-Sí, porque creo que se me conoce a través de una línea de Google. Mucha gente no puede ver mi programa de La mañana de La 1. Quienes sí pueden hacerlo ven a una Mariló mucho más informativa, mientras que la noche te pide otro perfil completamente distinto. Aquí soy mucho más descarada, divertida, camaleónica, espontánea, llena de humor, bromista, ácida, irónica…

-¿Qué pensó cuando le dijeron que Millán Salcedo era copresentador?

-Me dio un subidón tremendo. No me lo podía creer porque hacía 17 años que Millán no hacía televisión. La primera reacción fue de escepticismo. Les dije que iba a ser dificilísimo convencerle y que si lo lograban iba a ser un pelotazo. Cuando firmaron con él, pensé que iba a trabajar con uno de los nombres de nuestro ADN cultural y humorístico.

-¿Es fácil o difícil seguir el guion con Millán al lado?

-Yo trabajo sin autocue y sin guion. Respeto la escaleta y el concepto del programa, pero en un 90% improviso. Compartir con un presentador un programa que sí necesita un texto resulta muy difícil, porque tienes que respetar los pies que das a otros dentro de tu improvisación. Pero luego te concentras y lo superas. Es otra experiencia nueva que enriquece mi carrera.

-¿Le ayuda este programa a proyectar una imagen distinta de la que tiene en las redes sociales?

-Absolutamente. El público que está en las redes sociales no me ve en La mañana. No es mi público: leen lo que se dice de mí en la red. Como el 90% de la información la obtenemos de Google, se enteran de una frase nada más. Los que no nos ven se quedan con esa frase y no van más allá: no saben si es cierta o no y si está manipulada o no. Quien utiliza las redes sociales va a ver por fin en este nuevo programa a Mariló Montero en carne y hueso y sin intermediarios. Una anécdota: un día, al terminar de grabar el programa, un chaval me dijo: «Mira Mariló, venía con un concepto de ti absolutamente equivocado, me caías fatal, pero te he visto hoy y de verdad que te pido perdón por haber pensado así de ti».

-¿No se cansa de ser víctima de esas lapidaciones verbales?

-Nunca me canso de nada. En realidad, es un favor que me hacen porque ha sido una campaña publicitaria tan brutal que ninguna empresa de márketing tendría dinero para poder pagar todo lo que se ha hablado de mí y lo popular que me han hecho.

-¿Influyó esa popularidad en la red para darle un show en prime time?

-Creo que los directivos de TVE se fijan más en el día a día porque ellos sí ven el programa. Yo jamás contrataría a una persona simplemente porque es muy popular en las redes. Tiene que saber trabajar, entrevistar y manejarse ante las cámaras. Ellos han contratado a una profesional.

-¿El ser una mujer de carácter se puede volver a veces en su contra?

-¿Pero qué tiene de malo tener carácter? ¿Y qué es tenerlo? ¿Ser coherente contigo misma, estar convencida de tus opiniones, defenderlas después de escuchar las de los demás y respetarlas, pero no cohibirte ni tener miedo de alguien que piensa algo diferente? ¿O es dar un puñetazo en la mesa? Yo no los doy. Yo no he puesto mi mano sobre la piel de nadie, jamás en mi vida. Una cosa es tener carácter y otra ser agresivo. Yo tengo carácter y estoy orgullosa de ello. Me lo decía mi madre desde pequeña que tenía mucho carácter. ¿Y qué? Es maravilloso porque tienes menos miedo y temor a preguntar. Estás preparada para todo. Está bien que haya gente con carácter. A mí me piden en muchas conferencias que sea la voz de muchas mujeres que necesitan esa fuerza para transmitir qué piensan. Precisamente por el carácter que tengo me llaman para dar ese tipo de conferencias y ser la voz de quien no se atreve a hablar.

-¿Cómo vivió la renuncia del Rey?

-En directo, con muchísima pasión periodística. Me pareció absolutamente excitante vivir esa noticia. Pero sobre todo, me pareció espectacular la comparecencia del presidente Rajoy. Fue muy obamista, porque estaban todas las puertas de Moncloa abiertas, con la cristalera del fondo muy verde y con todo el jardín muy luminoso. El caminar del Presidente fue recto, claro y conciso: llegó, habló, dio media vuelta y se fue. Para mí, esa exposición de Rajoy fue espectacular e impecable. Fue un magnífico telonero para el posterior mensaje de Su Majestad el Rey.

-¿Y cómo vio al Rey?

-El único pero que le pongo es que me habría gustado que hubiera dejado la naturalidad de una primera grabación del mensaje, porque se le habría visto emocionado.

-Se comentó que estuvo algo frío…

-No diría frío. Creo que se le veía como a un hombre que ha tomado una decisión de forma serena. Debió de recordar la renuncia de su padre, que debió leer muchas veces el texto para no llorar. Al Rey creo que le debió pasar algo similar.