Mario Costeja, el perito caligráfico gallego que elevó su reclamación sobre el derecho al olvido a la justicia española, era ayer un hombre menos exultante de lo esperado. La resolución de su caso marcará un antes y un después en los derechos civiles en internet en Europa.

"No esperaba que la sentencia fuera tan favorable. Hasta ahora Google era una buena herramienta, ahora es perfecta porque sabe que existen unas reglas del juego", explicaba esta mañana desde A Coruña, justo después de conocer la sentencia.

Costeja reconocía haber gastado "muchos años y mucho dinero" en reclamar su derecho a no ser vinculado a una antigua deuda relacionada con su divorcio, que además fue liquidada poco después.

La petición de que el texto fuera retirada de una página de un importante diario no fue atendida. El rotativo aseguró que el anuncio oficial donde se incluía era pertinente y se negó a desvincular la información. Costeja elevó la petición a la Agencia de Protección de Datos, que dio la razón al rotativo pero también reclamó a Google que desvinculara el nombre de Costeja del resultado.

La negativa de la empresa estadounidense a retirar el vínculo provocó que el perito acudiera a los tribunales españoles amparado por la Agencia Española de Protección de Datos. La Audiencia Nacional elevó el caso al Tribunal de Justicia de la Unión Europea para que se pronunciara, y este ahora ha resuelto.

"Lo doy por bien empleado porque ha servido para poner orden en el caos. El ciudadano ahora sabe donde está", ha asegurado.