"Estoy deseando que venga el juicio y pagar para restituir el mal que hice", afirmó Joaquim Benítez, exprofesor de Educación Física del colegio marista de Sants-Les Corts, en una entrevista con EL PERIÓDICO en febrero del 2017. Ese juicio ya ha llegado. Es este lunes. El exdocente se sentará en el banquillo de los acusados de una sala de la Audiencia de Barcelona por dos casos de abusos sexuales (tocamientos y masturbaciones) y otros dos de agresión sexual (felaciones y penetraciones) a cuatro alumnos entre el 2006 y el 2010. El fiscal reclama para él 22 años de prisión, la inhabilitación como maestro y 70.000 euros de indemnización.

La duración de la vista está supeditada a si las acusaciones y las defensas llegan, al final, a un acuerdo, tal y como ha avanzado este diario. Si hay pacto, que supondría el reconocimiento total de los hechos por parte del procesado y una indemnización para las víctimas, el juicio duraría unos minutos. Sería un trámite. Si no es así, el guion previsto es que se prolongue hasta el miércoles.

RESPONSABLE CIVIL

La Fundación Champagnat, que gestiona los colegios de la congregación religiosa, solo será juzgada como responsable civil subsidiaria (en el caso de que Benítez no pueda hacer frente a la sanción económica por los delitos que se cometieron en un centro de su titularidad). La justicia no investigó si se ocultaron las acciones del que era profesor de Educación Física. A pesar de eso, la abogada Ester García, que ejerce la acusación particular en nombre de del hijo de Manuel Barbero (el primero que denunció), ha logrado que declare como testigo Pere Ferré, el que era en el 2016 vicario provincial de los Maristas y máximo responsable de los colegios catalanes pertenecientes a la orden religiosa.

El interrogatorio de Ferré será la única oportunidad de plantear en sede judicial a una autoridad de los Maristas cuestiones relativas a su actuación en el 2011, cuando la dirección del colegio donde ejercía Benítez le despidió después de que este confesara que había abusado de un alumno -como aseguraba una familia- y lo denunció a la fiscalía sin informar de que el docente había confesado. Una inacción que facilitó que el pederasta confeso mantuviera contactos con menores de edad de la comarca del Empordà, hasta que Barbero lo denunció en febrero del 2016 y este diario lo localizó para entrevistarlo.

MÁS DE 40 DENUNCIAS

El caso de Benítez es el único que llegará a juicio, a pesar de que exalumnos de los colegios maristas de Sants-Les Corts, la Inmaculada, en el distrito barcelonés del Eixample, y Badalona (en el 2011) presentaron, al menos, 43 denuncias contra 12 docentes y un monitor de comedor. La mayoría de estas denuncias fueron archivadas por la prescripción de delito por el paso del tiempo. Por lo tanto, muchos han quedado impunes, aunque tres profesores, entre ellos Benítez, confesaron los abusos.

La Audiencia de Barcelona ha fijado de entrada que Benítez, a petición de su defensa, declare en último lugar. Primero lo harán las víctimas, aunque será a puerta cerrada y sin público. Comenzará T. B. C., el hijo de Barbero. Después hablarán los otros tres: A. M. G. P. y E. G. C. y H. A. P. Los cuatro se dirigirán al tribunal a través de una mampara que evitará la "confrontación visual" con el profesor que abusó de ellos en el colegio y marcó, o destrozó, su infancia. Contarán cómo el pederasta los llevó hasta un minúsculo despacho sin ventanas, cómo fingió que los trataba de una lesión (esgrimía conocimientos médicos que no tenía) para tocarles, cómo acabó abusando sexualmente de ellos y cómo se aseguró de que mantuvieran la boca cerrada. A una de las víctimas le llegó a dar 10 euros después de hacerle una felación.

La fiscalía sostiene que durante el curso escolar 2008-2009 Benítez tuvo noticias de que uno de sus alumnos, T. B., había tenido en una clase suya problemas por una lesión de espalda, por lo que le aconsejó que, dado que él era masajista titulado, acudiese a su despacho del colegio. Una vez allí, hizo tumbar al niño en una camilla y abusó de él. El muchacho, según la acusación, no se resistió "por temor" a lo que su profesor pudiera hacerle. El acusado repitió acciones parecidas en "un número indeterminado de días". Los abusos fueron cada vez más graves.

IMPACTO EMOCIONAL

La fiscalía expone en su escrito de acusación que, a causa de las "experiencias vividas", T. B. padeció un "grave impacto emocional" que le generó "indefensión, afectación de la autoestima y trastorno depresivo". Esta situación castigó su "desarrollo madurativo", tanto a nivel personal como en sus relaciones, incluyendo la sexualidad.

Este modo de actuar lo utilizó Benítez, según la acusación, con otra víctima un curso antes. Al alumno A. M. G. P. también le convenció para que fuera a su despacho para darle un masaje en las piernas. En este caso, el procesado hizo una felación al niño. La fiscalía considera que otros dos alumnos, E. G. C. y H. A. P. también fueron víctimas de tocamientos por parte del acusado. Y todo en el mismo despacho del exdocente.