El papa Francisco no ha cambiado hasta hoy ni una coma de la doctrina católica tradicional, sino solo la mirada y actitud con las que los católicos, sean fieles, curas, obispos o cardenales, deben acoger a las personas. "No voy a repetir lo que todos ya saben", dijo un día sobre el aborto y los anticonceptivos. Aun así, tanto fuera como dentro de la Iglesia ya han surgido numerosos opositores a este cambio de chip.

La derecha norteamericana del Tea Party le ha acusado directamente de ser un "hipócrita y marxista". El documento El gozo del Evangelio fue criticado por el popular comentador radiofónico Rush Limbaugh (20 millones de oyentes) como "puro marxismo". Aseguró que el Papa denuncia un "capitalismo salvaje que no existe por ningún lado" y que "el capitalismo sin límites es una frase socialista para describir a Estados Unidos".

Los católicos fatimitas, seguidores de los secretos de Fátima que, según ellos, el Vaticano no ha desvelado totalmente, han excomulgado a Francisco por ser "claramente un hereje". Según ellos, sería reo de haber escrito que la alianza de Dios con los judíos "no ha sido nunca revocada". "Se trata de una explícita profesión de herejía", según han dicho públicamente.

Dentro mismo de la cúpula católica, el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la ortodoxia católica y sucesor de Joseph Ratzinger en el cargo, ha insistido sobre el principio de indisolubilidad del matrimonio católico y la no admisión de los divorciados a los sacramentos. "El prefecto no puede zanjar la discusión sobre el tema", ha replicado Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, según quien "se discutirá de ello de una manera amplia" --aunque no sabe con qué resultados-- porque muchos fieles no comprenden que "un segundo matrimonio no sea aceptado por la Iglesia".

Frente anti-Francisco

Anteriormente, la diócesis de Friburgo, la segunda del país, había enviado un documento a los sacerdotes pidiendo que fuesen "capaces de acoger" a los divorciados católicos, admitiéndoles en la comunión e incluso dándoles cargos en las parroquias. Pero primero Benedicto XVI y después la curia pararon la novedosa iniciativa.

El debate interno sobre las cuestiones abiertas por el Papa es tan intenso que los llamados curas reformistas o desobedientes de Austria (unos 3.500) han alertado de la existencia de una oposición al Papa. "Existe un muy bien organizado frente anti-Francisco", dijo el fundador del grupo, Helmut Schüller, que incluiría, según él, a Comunión y Liberación, el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. "El Papa establece claras señales para una ruptura reformista de la Iglesia, pero entre los obispos impera la espera, con consecuencias fatales para las parroquias", avisó Schüller.