Sherry Johnson se casó de blanco, posó con una sonrisa en las fotos de la boda y recibió un certificado de matrimonio validado por el juez. Todo aparentemente normal, de no ser porque su historia debería ser cualquier cosa menos normal. Johnson fue violada a los ocho años, tuvo su primer hijo a los 10 y fue obligada a casarse con su violador a los 11, un diácono de su parroquia que por entonces tenía 20 años. Fue así como su familia y su iglesia quisieron tapar el escándalo de la agresión sexual y las consecuencias penales contra el violador. “Sentí que todo el sistema me había fallado, no solo fue una persona”, ha contado a la CBS esta mujer afroamericana de 58 años. Cuando finalmente logró divorciarse del hombre que le había robado la niñez, tenía 17 años y cinco hijos.

Su historia resuena estos días en Florida, cuyo parlamento estatal debate una ley para prohibir el matrimonio de los menores de 18 años. Aunque parezca increíble, esa ley convertiría a este estado en el primero y único de todo Estados Unidos en rechazar de forma categórica y sin excepciones las bodas infantiles. En el resto del país, los agujeros legales mantienen vigente una práctica que el propio Departamento de Estado define como un abuso contra los derechos humanos. El embarazo, el consentimiento paterno de los esposos o la autorización del juez sirven todavía en la mayoría de estados como pretexto para autorizar los matrimonios infantiles, a pesar de muchos de ellos fijan los 18 años como edad mínima para pasar por el altar.

Entre los años 2000 y 2010, casi 250.000 niños se casaron en EEUU, algunos de ellos con solo 10 años de edad, según el recuento de Unchained At Last, una organización que lucha contra esta clase de matrimonios. La cifra real, sin embargo, debería ser significativamente más alta porque 10 estados no aportan cifras o lo hacen solo de forma incompleta. Ocho de cada diez de esos menores son niñas y el 77% fueron casadas con adultos.

Un fenómeno asociado a la pobreza

“Casi todos los datos sugieren que las niñas urbanas, de clase media y de familias ricas no se casan jóvenes. Este es un fenómeno rural y asociado a la pobreza”, le dijo el año pasado a ‘The Independent’, Nicholas Syrett, autor de un libro sobre el matrimonio infantil en EEUU. En los últimos tiempos, varios estados han tratado de endurecer la legislación, pero lo han hecho solo a medias. Texas y Virginia fijaron el año pasado los 18 como edad mínima para el matrimonio, pero permitieron a sus tribunales hacer excepciones en determinados casos. Todavía más sonada fue la decisión del gobernador de Nueva Jersey, que hace solo unos meses vetó una ley que hubiera prohibido las bodas infantiles sin excepción. Chris Christie lo justificó afirmando que dicha ley “violaría las culturas y las tradiciones religiosas de algunas comunidades de Nueva Jersey”.

EEUU no está ni mucho menos solo en este sentido. De acuerdo con Human Rights Watch, el 88% de países del mundo fijan los 18 como edad mínima para el matrimonio, pero un 52% de naciones permiten a los menores casarse cuando sus padres así lo determinan. Como resultado de estas políticas, hay actualmente unos 700 millones de personas en todo el mundo que se casaron siendo todavía niños. Unos 250 millones tenían menos de 15 años.