BioCultura es la feria de productos biológicos y consumo responsable más importante que se celebra en España; 750 expositores se dieron cita la semana pasada en el parque ferial de Madrid, y demostraron a miles de visitantes que otro mundo -más ecológico y natural- es posible. Quesos, magdalenas, huevos, carne, maquillaje, ropa, joyas, turismo… No hay empresa ecológica que no esté en BioCultura, cuyos criterios de admisión son serios (ocupan 28 páginas). La feria es enorme. Descomunal. Al final de uno de los pabellones está la zona de Terapias. Terapias alternativas, se entiende. O como se las llama ahora: complementarias. O como las denomina la ciencia, seudoterapias. En el estand de tecnologías saludables, una mujer se mantiene de pie y con los ojos cerrados debajo de una esfera de acero. El terapeuta, especialista en «nanofrecuencias», hace girar la esfera con su mano. Minutos después, la mujer abre los ojos y se emociona hasta la lágrima. No puede hablar. Se sienta en un banco y el terapeuta pide que nadie le hable. Le toca la frente. Ella parece estar en paz consigo misma. Y con el mundo.

Lo que ha sucedido con esta paciente ha sido una «sesión de armonización con emisores de nanofrecuencias». El terapeuta, Antonio Corellano, asegura que la mujer «se ha limpiado». En su caseta vende figuras cuánticas. Las hay redondas, con forma de posavasos. «Pones un vaso de agua encima y se convierte en el mejor agua que puedes tomar», afirma Corellano. Su precio, 145 euros. Otras figuras tienen forma de pulsera o de colgante. Se venden por 75 euros. Un ayudante del terapeuta pone a una visitante el colgador cerca de su cuello. «¿Lo notas?», le pregunta. La respuesta es directa: «No, nada». «Pues te convendría llevarla. Tienes mal el metabolismo», concluye la responsable del estand, inundado de folletos con expresiones como «frecuencias primigenias de las células», «biosistemas», «patrones de onda», «hologramas» y «ordenadores solitónicos».

Unos metros más allá, en el estand de Nayadel Tecnologías Vivas, se muestran figuras redondas de cuarzo que producen un «flujo regenerador». Las hay de bolsillo (más económicas). Y también las hay más grandes (unos 100 euros), que se pueden introducir, por ejemplo, en la nevera (para que extiendan sus propiedades a los alimentos). El regenerador es muy útil, explica una responsable de la empresa, para ponerlo debajo de una botella de agua. De esa manera, el agua «recobra su estructura y su memoria». «El flujo toroidal autosostenido crea un campo armónico dotado de la capacidad de convocar y anidar frecuencias de Amor y Luz», reza el folleto. El regenerador energético también se puede situar en cualquier lugar «donde queramos potenciar las frecuencias de equilibro».

Si algo queda claro en la zona de Terapias es que el ser humano es energía. A veces, sin embargo, la energía no está equilibrada. Hay solución. Mejor dicho, soluciones. Una de ellas es la que propone el coreano Master Oh, que se autodenomina «experto en curación energética y maestro de Qi». Afirma que su tratamiento «holístico» es más calmante y relajante que otros. «Está a otro nivel, es como recibir un masaje para el alma». La consulta inicial cuesta 180 euros. Y las de seguimiento, 150. Los masajes implican una presión muy fuerte con los dedos mientras el terapeuta lanza sonidos por la boca. «Después de cuatro meses de ver a Master Oh me quedé embarazada sin la necesidad de tratamientos in vitro», afirma una presunta clienta en el folleto publicitario.

Master Oh no es el único que consigue embarazos. En el estand de Fertilidad Natural se apuesta por crear condiciones óptimas para la concepción. Y hacerlo en un equilibrio biológico, emocional y mental. Todo se basa, explica la responsable, en la medicina naturista y sus pilares: alimentación, ambiente, emociones y agua. Sexo espontáneo con la pareja, calma vital, zanahoria en las ensaladas, lombarda, rúcula, brócoli, plátano y frutos secos sin tostar son recomendaciones para las mujeres que quieren quedarse embarazadas. Eso sí, hay que huir de las sustancias químicas «peligrosas» para la fertilidad: pesticidas, envoltorios de plástico (cuando el alimento es graso, como el queso o el jamón) y los parabenos de la cosmética (champú incluido).