Un reportaje en Vanity Fair ha disparado todos los rumores. ¿Piensa Meghan Markle dar a luz en casa? La prensa británica asegura que la duquesa de Sussex y mujer del príncipe Enrique ha contratado una doula -una mujer sin formación sanitaria oficial- para que la acompañe emocionalmente en el último tramo del embarazo. En Inglaterra, parir en casa entra en la cobertura del sistema nacional de salud y, aun así, es una opción elegida por menos del 10% de las embarazadas. Lo mismo sucede en Holanda, donde los partos domiciliarios suponen el 13% (en su día llegaron a ser el 30%). En Suecia, donde la sanidad pública cubre la mayor parte de la atención, los partos en casa no pasan del 0,07%. En Dinamarca e Islandia son el 2%.

¿Y en España? ¿Se puede parir en casa? Sí (de manera privada y fuera del sistema público). ¿Se debe? Pediatras y matronas no lo recomiendan. «Es jugársela», afirman. El riesgo ante cualquier imprevisto es alto. En diciembre, en Vigo un bebé falleció después de que sus padres decidieran afrontar el parto en su domicilio y sin asistirles ningún profesional sanitario.

Alumbrar en casa es hoy una opción minoritaria en España, según reconoce El Parto es Nuestro, asociación que nació en 2003 para luchar por un trato más humano hacia las embarazadas y unos partos más respetados, menos medicalizados y más íntimos. Esta entidad considera que venir al mundo en casa es «una opción segura» y pensar lo contrario responde a «mitos y prejuicios sustentados en falta de información».

CRITERIOS

Establece una serie de criterios para que los alumbramientos en casa sean «seguros y posibles». Entre ellos, tener un embarazo de bajo riesgo, que se trate de un solo bebé (no gemelos), que tenga posición cefálica (que no venga de nalgas, como el bebé fallecido en Vigo) y que el domicilio esté a una distancia inferior o igual a media hora de un hospital.

La guía destaca que en los nacimientos domiciliarios hay «menos probabilidades de sufrir hemorragias, desgarros o intervenciones médicas [oxitocina y epidural]». La doula, si la hay, «no asiste al expulsivo, sino que acompaña a la mujer y la ayuda a comprender todo el proceso». Al no estar cubierto por la Seguridad Social, todo el gasto corre a cargo de la embarazada. Su coste es elevado. Algunas fuentes subrayan que va de los 2.000 a los 4.000 euros.

Mientras, los profesionales de la medicina lo tienen claro: parir en casa no es tan seguro como hacerlo en un centro sanitario. «En un paritorio nunca ocurre nada (grave). Pero cuando ocurre hay que correr mucho. No es lo mismo estar en tu salón que en un hospital, con ginecólogos, anestesistas, matronas, enfermeros...», destaca la matrona Emilia Redondo, recién jubilada tras más de 40 años en el servicio público de salud de Murcia. «En caso de problemas, los minutos son vitales. Recuerdo un parto que iba muy bien. Nació el bebé y todo perfecto. Después, en lugar de salir la placenta salió el útero. Eso si te pasa en casa te mueres», explica.

El pediatra y divulgador Alberto García Salido también explica que ha sido testigo de casos en los que, tras un parto domiciliario, habían surgido graves complicaciones por las que se tuvo que acudir al hospital. «Cuando ves a una madre en esta situación te das cuenta de dos cosas: la soledad y la culpa. Saben que acaban de cometer el error de su vida».

TASA DE MORTALIDAD

Desprendimiento de placenta, hemorragias, colapso y distrofia de hombros del bebé son situaciones «poco frecuentes, pero que se pueden dar», subraya José Ramón Fernández, pediatra en la unidad de neonatología del Hospital General Universitario Santa Lucía (Cartagena). En esos casos «no es lo mismo estar en casa». «El riesgo es bajo, pero es jugársela», concluye. La tasa oficial de mortalidad neonatal (hasta los 27 días del bebé) es bajísima: 1,9 por cada 1.000 nacidos vivos (en los 90 era de 3,5).

La defensa del parto en el hogar está ligada a veces al pensamiento pseudocientífico que bendice las virtudes de volver a un presunto paraíso donde el cuerpo humano es muy sabio. «Es un mundo místico donde la madre es un pilar clave que se encarga de todo. Parece que hay una competición para ser una supermadre. En realidad, cada madre y cada padre lo hace lo mejor que puede», destaca Fernández.

Fernández y García Salido aseguran que, a pesar de ser una opción minoritaria, el mensaje de las (presuntas) ventajas de parir en casa va calando. Entre otros motivos porque la atención hospitalaria a las embarazadas sigue sin ser todo lo excelente que debería. Ninguno de los dos facultativos acepta el término violencia obstétrica («eso implica que hay violencia estructural por el hecho de estar embarazada»), pero sí asumen que hay cosas que mejorar. «Yo me he ido de partos porque me daba vergüenza ajena cómo estaban tratando a la mamá. Pero, en la actualidad, toda la comunidad médica está trabajando para que dar a luz sea un un acto respetuoso, íntimo y relajado», concluye Fernández.

«Dar a luz en un hospital es mejor, pero no soy partidario de abroncar a nadie. Si alguien decide parir en casa, que lo haga en las mejores condiciones y con toda la información necesaria», añade el pediatra y neonatólogo José María Lloreda.