Qué te tocaba el profesor?», preguntó en diciembre del año 2006 una psicóloga a la chica, que entonces tenía 16 años. «Acabamos antes si te digo lo que no me tocó», respondió la joven, acompañada por su padre. Ella fue la primera en denunciar abusos por parte de Andrés Díez, su profesor de música en el colegio concertado madrileño Valdeluz, dirigido por religiosos agustinos. Doce años después, su caso y el de otras 13 chicas sientan desde esta semana en el banquillo de la Audiencia Provincial al docente, para quien el fiscal pide 69 años de prisión.

Los relatos de las alumnas describen episodios de abusos por parte de Díez a lo largo de 11 años, entre el 2002 y enero del 2014, a niñas de entre 6 y 17 años. «Mientras yo tocaba el piano, Andrés me ponía la mano en el hombro, la deslizaba y rozaba mis pechos. A veces se sentaba a mi lado y aprovechando que corregía la posición de mis manos, hombros o cuerpo, me acariciaba las piernas por encima de la ropa», declaró una de las niñas a la policía y al juez.

Díez, que impartía clases de Ética, Religión y Música en el colegio, donde también era tutor en Bachillerato, regentaba además una academia de música junto a su mujer, en un local anejo al centro.

Según el fiscal, era allí donde «aprovechando su superior situación de docente, fue desplegando conductas sobre las menores que comenzaban con besos en las mejillas y abrazos e iban aumentando su contenido sexual para pasar a besos en la boca, caricias en las piernas por la zona de los muslos, hasta llegar a tocamientos en los senos, los glúteos y la zona vaginal por encima y debajo de la ropa, llegando a introducir sus dedos en la vagina de las menores».

DE MENOS A MÁS

Los episodios solían producirse «en la privacidad de las clases individuales», según el ministerio público. Una chica que denunció abusos entre los 13 y los 16 años, declaró: «Se ponía detrás de mí mientras yo tocaba el piano y me metía las manos dentro de la camiseta, me manoseaba el pecho, me desabrochaba el sujetador y me metía los dedos en la boca. A veces le mordía, entonces él me pegaba en el hombro y me decía ‘no hagas eso, me has hecho daño’».

De acuerdo con el relato del fiscal, Díez también «tocaba» a las menores en las clases colectivas. «En clase de lenguaje musical nos ponía una película, me llamaba y me sentaba junto a él. Me metía la mano por dentro del pantalón (…) Luego sacaba la mano, yo me iba y Andrés llamaba a otra. Esto ocurría cuando apagaba la luz», dijo una víctima.

Díez también les pedía que le tocaran a él: «Me sentaba sobre sus piernas, me hacía tocar el piano con la mano izquierda para masturbarle con la derecha», declaró una chica que relata abusos desde los 11 años. Otra alumna denunció: «A veces me subía la falda e intentaba quitarme las medias. Se frotaba el pene en mi espalda, me cogía la mano y la colocaba en sus genitales. En las ultimas clases llego a meterme los dedos en la zona vaginal (…) Luego sacaba los dedos y los chupaba o los olía delante mío».

«TÉCNICA CONTRA EL ESTRÉS»

Según el sumario, el profesor fue de menos a más, ganándose poco a poco la confianza de las menores. Cuando eso no bastaba, Díez cambiaba de estrategia. Una niña declaró que el profesor le aseguraba que sus experiencias con él eran parte de su formación y le decía: «Te toco para que te pongas nerviosa, como una técnica de estrés».

El profesor, que fue detenido en febrero del 2014 y, tras dos meses en prisión, quedó en libertad a la espera de juicio, negó los hechos ante el juez y trató de justificar las acusaciones contra él: «Las clases de piano implican proximidad entre profesor y alumno y en muchas ocasiones hay que coger la mano del alumno y colocarla encima del piano. Hay que corregirles la muñeca e incluso la posición de las piernas y la postura de la espalda».

Luego, añadió que algunas de las menores que le habían denunciado sufrían «problemas de adaptación» en el colegio.