Cuando tenemos una serie de habilidades sociales, creemos que siempre han estado ahí, que nacimos con ellas. Lo mismo les ocurre a las personas que no las tienen, creando el conformismo y viendo que nunca llegarán a manejarse bien con otras personas, con sus compañeros de trabajo o en reuniones. Sin embargo, la forma que tenemos de desenvolvernos es aprendida y, por tanto, modificable y entrenable. Puede variar a lo largo de los años por influencias externas o por los hechos que se viven, y pueden aprenderse determinadas herramientas que, con el paso de poco tiempo, se convierten en parte de nosotros.

El ser humano es social y colaborativo. Aunque el grado de independencia o de necesidad de estar con los demás varía, sí que es cierto que todos tenemos a diario diversas interacciones sociales. Algunas carecen de importancia y otras son tan importantes como dar una charla, participar en una reunión o buscar pareja. Las habilidades sociales, por tanto, se relacionan de forma directa con el bienestar, y mejorarlas nos ayudará a estar cada vez mejor.

HERRAMIENTAS DE BIENESTAR

La comunicación es una parte esencial de nuestras vidas, desde que empieza hasta que termina el día. Interactuamos con todo aquel que nos cruzamos, aunque muchas veces solo sea con lenguaje no verbal. Las veces que ponemos límites, cuando expresamos una necesidad o cuando exponemos algo ante nuestro jefe, se están poniendo a prueba nuestras habilidades sociales, las cuales nos ayudarán o nos entorpecerán, dependiendo de nuestro grado de pericia.

Si logramos evaluar cómo esta nuestra comunicación y sin entrenamos las herramientas de interacción, lograremos estar mejor, ser más influyentes y tener una mayor facilidad para lograr nuestros propósitos.

Así puedes entrenar tus habilidades sociales y que te ayuden a ser feliz:

1. Autoconocimiento

¿Qué es lo que me motiva? ¿Qué es aquello que me genera frustración? Nuestros puntos fuertes y débiles nos definen, pero también lo hacen nuestros valores o nuestras fortalezas. Ver qué tenemos dentro nos ayudará a exteriorizarlo con seguridad.

2. Comunicación asertiva

La necesidad de poner límites, saber decir que no, expresar aquello que queremos forma parte de la comunicación asertiva, ese equilibrio entre la sumisión y la agresividad, diciendo lo que de verdad sentimos y dejando el espacio necesario a los demás.

3. Seguridad en la toma de decisiones

Cuando nos enfrentamos ante dos opciones o cuando debemos decidir qué camino escoger, lo normal es que nos falte seguridad. El miedo aparece por la búsqueda de perfección y el sentimiento de que no podremos cambiar de opinión. Tenemos derecho a equivocarnos y tenemos derecho a devolver lo que un día escogimos. Saberlo nos generará un espacio interno seguro para poder decidir sin miedo.

4. Pensamiento lateral y crítico

Desde la infancia polarizamos nuestra inteligencia entre la acumulación de datos o la creatividad, desde el pensamiento crítico o el lateral. Sin embargo, en la etapa adulta, volver a integrar estas dos partes nos consolida como profesionales y nos ayuda en todas las demás áreas de nuestra vida.

5. Conocimiento emocional

Nuestro repertorio emocional tiene siempre una función: conectarnos a los demás, expresarnos y buscar satisfacer nuestras necesidades. Las emociones tienen un sentido y entenderlas nos hará entendernos a nosotros y a los demás.

6. Gestión del estrés

El estrés acaba generando ansiedad, bloqueo e indefensión. Un estado que nos paraliza y nos impide crecer. Aprender a ordenar los problemas, enfrentarse a ellos de uno en uno y adquirir mecanismos que bajen nuestra activación nos hará manejar los ritmos altos y acelerados.

Nuestras habilidades sociales dependen de cómo nos enfrentamos a diversos aspectos del día a día. Si nos encontramos nerviosos, si no sabemos de dónde proceden nuestros miedos o hemos dejado de lado nuestros valores, cualquier interacción que intentemos mantener no estará a la altura de nuestras expectativas. Mejorar en esas áreas nos permitirá poco a poco poder ser más felices.

* Ángel Rull, psicólogo.