Esta vez no hubo disputas ni reproches en público. Los Windsor y los Spencer dejaron a un lado sus rencillas para recordar juntos la memoria de Diana de Gales. El reencuentro de los dos clanes, después de aquel tenso funeral hace siete años, tuvo lugar en la soleada mañana de ayer, en los jardines londinenses de Kensington, en Hyde Park, donde Isabel II inauguró una insólita fuente en honor de la Princesa.

Ante centenares de personas que presenciaban la ceremonia entre los árboles y millones más que la seguían en directo por televisión, la reina trató de reparar aquella imperdonable frialdad con la que reaccionó cuando Diana murió. Desde una marquesina construida para la ocasión, vestida íntegramente de azul --el color de la realeza--, la soberana leyó un sobrio discurso en el que habló de Diana como "un ser humano extraordinario". "Aportó especial alegría a mis dos nietos", dijo. Los aludidos, Guillermo y Enrique, niños al morir su madre y hoy ya hombres, la escuchaban muy serios, en silencio, acompañados por su padre, Carlos, y su abuelo, el príncipe Felipe.

HALAGOS Y CORTESIA Isabel II reconoció que "hubo tiempos difíciles" en la convivencia con Diana, pero añadió que "los recuerdos maduran con el paso de los años". El conde Charles Spencer, quien ante el féretro de su hermana acusó a la familia real de haberla menospreciado, sustituyó esta vez arrogancia por cortesía, saludó a la reina con una reverencia, estrechó su mano con una sonrisa y agradeció sus "generosos y cálidos" comentarios. "Creo que las disputas se han exagerado", comentó, tratando de cerrar las viejas heridas.

Junto a él se hallaban las dos hermanas de la princesa, lady Sarah McCorquodale y lady Jane Fellowes. Al conde le agradó la fuente, un círculo oval de 210 metros de perímetro, construido en granito, a ras del suelo, que algunos críticos consideran poca cosa. "Me gusta el diseño y creo que a ella --Diana -- le habría encantado", declaró Spencer. En la lista de 200 invitados figuraban los representantes de las obras caritativas que la princesa apoyó en vida, pero faltaron muchos de sus amigos, olvidados incomprensiblemente por palacio.

Los tributos y la coreografía de la reconciliación no bastarán para enterrar el fantasma de Diana. Aún ha de acabar la investigación de las autoridades británicas sobre su muerte, pesquisas que removerán de nuevo el fango real.