Una familia canadiense, cuya hija tiró al mar un mensaje en una botella, que más de un año después fue encontrada en una playa de Tenerife, visita desde ayer Santa Cruz de Tenerife. Llega para rendir homenaje a la joven mensajera, que falleció en un accidente sin saber que su comunicado había sido recibido.

Los hermanos Siobahne y Andrew John Riggs tenían 5 y 8 años de edad en agosto del 2001, cuando escribieron dos mensajes que guardaron en dos botellas de plástico sujetas a una cuerda. Su padre las lanzó al mar desde un barco, frente a la costa de Nueva Escocia, en Canadá.

Las botellas fueron encontradas dos años después por Emérita Castellano, vecina de Taganana, en la costa norte de Santa Cruz de Tenerife. Emérita llevó las botellas a la escuela unitaria Anaga, donde tradujeron el texto e intentaron contactar con la niña, que se presentaba en el mensaje. Cuando los maestros canarios lograron contactar con la familia John Riggs descubrieron que la autora había fallecido en un accidente. Tras numerosas gestiones, ayer llegaron a Canarias, acompañados por amigos de Siobahne.