Los microplásticos ya han llegado al punto más remoto del hemisferio norte. En las heladas aguas del Ártico, en los alrededores del Polo Norte, se cuentan hasta 40 partículas de residuos plásticos por cada metro cúbico. Más de un 92% son fibras, de las cuales un 73% se corresponden a fragmentos de poliéster que se desprenden de las prendas textiles. ¿Su origen? La industria textil, las lavadoras domésticas y las aguas residuales que se liberan desde las metrópolis europeas, americanas y asiáticas y que viajan hasta los parajes más remotos del planeta, según esgrime un nuevo estudio publicado en Nature Communications.

Este es el testigo que dejan varias expediciones realizadas en el 2016 y los años de estudios derivados desde entonces. La expedición científica protagonizada por los navíos Sir Wilfrid Laurier y Louis St. Laurent recogió 71 muestras la superficie ártica y 6 muestras más obtenidas a 1.015 metros de profundidad. A partir de ahí arrancó el estudio para ahondar en tres preguntas clave sobre la presencia de microplásticos en el Ártico; cuál es su origen, cómo fluyen en el ecosistema y cuál es su impacto.

Millones de fibras minúsculas

La respuesta parece apuntar, en primer lugar, a los hogares. De hecho, algunos estudios apuntan a que una simple lavadora doméstica es suficiente para que millones de minúsculas fibras de microplásticos se desprendan de la ropa e impregnen el agua. A partir de ahí, estos diminutos residuos, invisibles al ojo humano, también logran sortear el filtro de las plantas de tratamientos de aguas residuales y llegan a los océanos de manera masiva.

Se estima que una planta depuradora deja pasar alrededor de 21 mil millones de microfibras plásticas al año. Entre Estados Unidos y Canadá esto supondría a más de 800 toneladas anuales de minúsculos residuos vertidos directamente al mar. Y es ahí donde las minúsculas (y prácticamente insignificantes) cantidades de residuos generados por cada persona acaban convirtiéndose en una enorme mancha invisible que impregna los océanos de todo el mundo.

Plástico hasta en el Everest

No es la primera vez que se señala el alarmante flujo de residuos producidos por la actividad humana que ya infectan el ecosistema. Pero cada vez son más los estudios que señalan la magnitud del problema en los parajes más apartados del planeta; se han hallado microplásticos desde el hielo marino del Ártico hasta la mismísima cima del Everest. En todos estos entornos se han encontrado minúsculas trazas milimétricas de plástico camufladas en agua, tierra y aire; así como en los estómagos de los animales de la zona.

La gran pregunta es qué consecuencias tiene la contaminación por microplásticos. Para la salud humana, por ejemplo. Lo cierto es que todavía no está claro. Algunos estudios sugieren que las personas ingerimos hasta 120.000 partículas de microplásticos al año. Y aunque su efecto podría parecer imperceptible, preocupan las perspectivas a largo plazo. Sobre todo teniendo en cuenta la acumulación de estos residuos.