Mikel Martínez (Pamplona, 1976) es uno de los escasos científicos españoles que han investigado con elementos vivos del virus hemorrágico del Ébola. Lo hizo, entre el 2005 y el 2009, en el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Lyon (Francia), que forma parte de la veintena de centros acreditados en el mundo para manipular virus muy letales vivos. En España no es posible realizar estos estudios.

-¿Qué aspecto del ébola investigó?

-Me dediqué a descifrar una de las proteínas del virus, un paso imprescindible para averiguar cómo se multiplica y poder diseñar fármacos que curen la infección, o una vacuna. Nada de eso existe para el ébola.

-¿En qué punto están esas investigaciones?

-Algunas están muy avanzadas. Hay interés científico en descifrar el ébola, y bastantes grupos que lo investigan. En comparación con otros virus que causan muchas más muertes, la cifra de científicos centrados en este virus es importante. Dos compañías farmacéuticas han desarrollado modelos que podrían ser utilizados como tratamiento o como vacuna. Pero no han ido más allá de la fase de experimentación básica y con animales. Falta inversión.

-¿No las han probado en personas?

-No. Ese paso exige una inversión enorme. Es difícil que la industria invierta en una vacuna contra el ébola y, hasta cierto punto, es comprensible. Es un virus que aparece en forma de brotes imprevisibles. Nunca se sabe a cuánta gente afectará y solo se puede trazar de forma aproximada la zona en que reaparecerá. ¿Qué mercado tiene el ébola para una compañía farmacéutica?

-Entonces, ¿no habrá solución?

-Podría haberla, si se consiguiera la participación financiera de los poderes públicos. De otra forma, es complicado que cualquier investigación llegue hasta el final. Y me consta que hay sustancias candidatas a ser utilizadas como vacuna o como tratamiento que funcionarían.

-¿Funcionarían?

-Existen evidencias de que algunas podrían ser efectivas como vacuna preventiva o para proteger a los ya infectados. Pero no tengo claro que esas investigaciones lleguen a completarse. La industria, para invertir en algo, tiene que poder estimar cuándo y a cuánta gente podrá vender un producto. Con el ébola no es posible saber nada de eso.

-¿Nunca se ha ensayado en humanos alguna de esas sustancias?

-Una vez. Un científico de Alemania se inoculó en el 2009 una cepa vírica del Ébola cultivada in vitro, y posteriormente se administró un modelo candidato a vacuna. Le fue bien. No se sabe si de haberse contagiado en otras circunstancias hubiera desarrollado la enfermedad.

-¿Porqué sería tan caro estudiar en personas un remedio para el ébola?

-Esos estudios siempre son complejos y muy costosos. Exigen crear tres grupos de individuos a estudiar: en uno pruebas que el fármaco sea seguro, que no cause problemas imprevistos; después, lo administras a personas susceptibles de sufrir la infección, lo que en este caso implicaría saber dónde se va a producir un brote. Y finalmente se da infectados. Con el ébola, esto es dificilísimo.

Solo existen una veintena de centros autorizados para estudiar el ébola.

-Investigar virus vivos muy letales, sea del Ébola, el Marburg o el de Lasa, entre otros, exige disponer de laboratorios con instalaciones muy costosas, y caras de mantener. Hay una veintena, situados en Francia, Alemania, Gran Bretaña, Suecia, Suiza, EEUU y Canadá. Cualquier experimento allí requiere más tiempo del habitual. El personal ha de pasar controles médicos periódicos y debe recibir formación específica.

-¿Ninguno de esos virus peligrosos que cita tienen remedio médico?

-El virus de Lasa es el único que tiene tratamiento: es la rivabirina, el mismo fármaco que trata la hepatitis C.

-¿Qué evolución espera para el brote que ahora afecta a Sierra Leona, Guinea, Liberia y Nigeria?

-Se acabará controlando, pero no sé cuándo. Hay factores desconocidos: ¿Por qué ha surgido en el oeste de África, y no en el este, como otras veces? ¿Por qué ha alcanzado estas dimensiones? Ya van 730 muertos, una cifra alta en el caso del ébola, aunque muy baja si se compara con las que a diario causan la malaria o la tuberculosis, por ejemplo.

-¿El reservorio del ébola es un murciélago, como se ha dicho?

-Es un misterio. Nunca se ha conseguido aislar el virus en un murciélago de la fruta, pero existen evidencias que indican que ese animal es el portador y lo transmite a primates o a las personas, aunque él no sufre la infección. Pero para tener la prueba, habría que coger a uno de esos murciélagos y aislar en él el virus.

-¿Y con qué virus vivos investigan?

-Con los obtenidos de los enfermos.

-¿Existe riesgo de que el virus del Ébola llegue a Occidente?

-Muy bajo. Hasta ahora, no ha habido ningún caso y si se identificara alguno, se podría controlar de inmediato.

-¿Por qué está tan seguro?

-Porque las condiciones sanitarias y económicas de cualquier país occidental son muy diferentes de las de África. Si allí una infección de ébola mata a cerca del 90% de contagiados, en Europa esa mortalidad sería inferior.

-¿Siendo el mismo virus?

-Sí. Las muertes en África suceden, muchas veces, por la imposibilidad de aplicar los cuidados necesarios. Aquí, a un eventual enfermo se le aplicarían medidas de soporte vital, se le controlarían los fluidos [sangre y demás], recibiría fármacos vasoactivos, tendría control del equilibrio de los líquidos del cuerpo, se vigilaría que no entrara en estado de choque... estaría en una unidad de cuidados intensivos. Aquí, un contagio de ébola sería grave, pero mucho menos que en África.

-¿El control implica al entorno?

-Claro. Familiares, amigos, personas con las que el enfermo hubiera estado en contacto. Así se ha de actuar también en África.

-Una misión complicada...

-Cada vez más, a medida que aumenta el número de muertos. Pero así es cómo se acabará controlando. No es lo mismo estudiar a amigos, compañeros y familiares de 50 o 100 enfermos, que hacerlo con los 730 que han fallecido hasta ahora. Y de cuatro países. El objetivo es difícil, pero se hará.