Millones de personas que ahora son normotensas serán consideradas hipertensas si las guías europeas adoptan los valores fijados por la Asociación Americana del Corazón (AHA) y del Colegio Americano de Cardiología (ACC), que bajan de 140/90 a 130/80 mmHg la presión arterial considerada alta.

Si Europa adoptara ese mismo baremo tendría un "enorme impacto en la salud pública" porque conllevaría "millones de tratamientos y exploraciones complementarias que ahora no se hacen", ha reconocido a Efe Ernest Vinyoles, médico de familia en el Cap (Centro de Atención Primaria) La Mina de San Adriá de Besos (Barcelona) y profesor de la Universidad de Barcelona.

La Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha de la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), de la que Vinyoles es tesorero, es partidaria de mantener el criterio actual y en todo caso, explica este médico, establecer "algún subgrupo" algo por debajo.

Es lo que Vinyoles ha expuesto en la ponencia "¿Hay consenso en los objetivos de control de la HTA?" que impartió durante la 23 Reunión Nacional que la SEH-LELHA ha celebrado en Zaragoza los pasados jueves y viernes.

En opinión de este médico de familia, en América "la epidemia de obesidad es brutal" y de forma paralela la diabetes que, juntas, implican hipertensión, de ahí "el interés" de las autoridades estadounidenses por bajar la presión arterial "para que no se muera tanta gente de infarto", ya que "bajar el peso es muy difícil".

Sin embargo, Vinyoles advierte de que bajar excesivamente la presión también tiene efectos secundarios: alteraciones hidroelectrolíticas, mareos o deterioro de la función renal, entre otros.

"Soy más partidario de individualizar" y de "tener un punto de corte razonable", lo cual proporcionarán las guías europeas, ha confiado Vinyoles, quien considera que la "heterogeneidad" con que se hizo el ensayo clínico en EEUU para fijar esos criterios limita su impacto y además estaban excluidos los diabéticos y las personas que habían sufrido ictus.

Aunque la tasa de hipertensos aumenta con la edad, Vinyoles alerta de que el deterioro de los estilos de vida de la población en los últimos años ha conllevado de forma paralela un deterioro "de muchas cosas", entre ellas, un aumento de la obesidad y por tanto de la hipertensión, la diabetes y la dislipemia (altos niveles de lípidos).

"Más que por la edad hay un aumento (de la hipertensión) relacionado con el deterioro de los estilos de vida porque aunque hay conciencia no se sigue de forma adecuada", ha lamentado este experto.

En opinión de Vinyoles, "lo mejor" es que cada persona se mantenga en su peso y siga la dieta mediterránea: frutas, verduras, legumbres, más pescado que carne y más carne blanca que roja, lácteos desnatados, frutos secos y evitar platos precocinados y ha incidido en la importancia del sofrito tradicional con aceite de oliva virgen extra y del gazpacho, que "han demostrado una mejora de la presión arterial, del nivel de azúcar y de los lípidos".

Y junto a la alimentación, los expertos recomiendan mantener una actividad física aeróbica regular.

Según Vinyoles, mantener un estilo de vida adecuado es "muy importante no solo para la salud sino para las patologías concomitantes".

Este médico de familia reconoce que la enfermedad no afecta a la vida diaria, porque no da síntomas y, por tanto, es "traidora" y por eso recomienda también tomarse la tensión al menos cada dos años porque la presión arterial alta implica riesgo de ictus, envejece las arterias del cuerpo, empeora la función renal y estrecha las arterias periféricas de las piernas afectando a la movilidad.

En el ámbito médico, la labor debe centrarse, según Vinyoles, en una medida de la presión arterial "de calidad", es decir, que vaya acompañada de una monitorización ambulatoria de presión arterial (mapa) durante 24 horas con el fin de poder perfilar la presión arterial en todos los ámbitos de la vida para evitar un tratamiento "al tuntún".

Cita como ejemplo los casos de elevación de presión arterial por estrés en el trabajo, que luego no se producen en casa o en la consulta del médico pero que "durante una vida laboral puede pasar factura", o la hipertensión nocturna, "la más traidora".

"Se trata de ajustar los tratamientos a cada persona con lo que mejor le venga", ha explicado Vinyoles, quien, sin embargo, reconoce que es complicado desde el punto de vista logístico por falta de material para realizar el mapa.

Pero además cree que hace falta más investigación en nuevas familias farmacológicas porque la medicación en los últimos diez años "no ha cambiado".

Sí que se investiga, ha apuntado, en medidas no farmacológicas como la denervación renal, (quemar uno de los nervios responsables de la elevación de la presión arterial que está dentro de la arteria renal), pero que solo se utiliza "para casos desesperados que no se controlan con pastillas".