Hijo de humildes agricultores de Villanueva del Campillo (Ávila) y el menor de siete hermanos, el nuevo líder de los obispos ha sido con su carácter tranquilo, suave y sin enemigos la opción menos sorprendente y rupturista. Su carrera es relevante pero, como todos los obispos nombrados por Juan Pablo II o Benedicto XVI, no puede ser considerado progresista. Actual arzobispo de Valladolid, ya ejerció como presidente de la CEE en el 2005, cuando resultó elegido pese a recibir menos votos que Rouco. Pero en contra de la tradición, Blázquez no repitió su mandato y fue sustituido en el 2008 por el propio Rouco, en lo que se quiso ver como una especie de vendetta interna del obispo gallego. A Blázquez se le concedió el puesto de vicepresidente y ha tenido que trabajar muchos años junto a él, a pesar de sus diferencias ideológicas.

Su notoriedad mediática se produjo cuando Xabier Arzalluz se refirió a él despectivamente como "un tal Blázquez" al ser designado obispo de Bilbao. Los nacionalistas querían un prelado vasco y recibieron de uñas al recién nombrado. Iñaki Anasagasti, que por entonces era miembro relevante del PNV, comentó despectivamente que "loro viejo no aprende a hablar" al enterarse de que el obispo había empezado a recibir clases de euskera. "Luego rectificaron y llegaron a considerarlo uno de los suyos y llamarle Blazkez, con k y dos zetas", recuerda un sacerdote de la Hermandad de Begoña de Bilbao, que lo nombró hermano mayor honorario por su apoyo a la Semana Santa y la devoción a la Virgen de Begoña.

Ya en su actual destino en Valladolid, Blázquez demostró que, pese a su imagen tranquila y atemperada, tiene personalidad y carácter. Hace dos años mostró su malestar por no haber sido consultado cuando se eligió a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, como pregonera de la Semana Santa. Al ser informado de la situación matrimonial de la número dos del Ejecutivo, casada en un consulado español en Brasil, el arzobispo se preguntó si esa "había sido una buena elección".

Padre del 0,7% del IRPF

Los progresistas lo consideran como un "mal menor", pero reconocen que es un hombre dialogante, moderado, que sabe moverse con tacto tanto cuando gobierna la derecha como ahora, como cuando lo hizo la izquierda. Así, en plena batalla del episcopado contra el Ejecutivo de Zapatero, Blázquez esquivó participar en las manifestaciones de Madrid contra el matrimonio entre personas del mismo sexo y contra la reforma educativa de la LOE.

Luego dialogó con el Gobierno del PSOE y le arrancó a la entonces vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega acuerdos inalcanzables por Rouco con el PP, como el inusitado aumento de hasta el 37% de la asignación presupuestaria que el Estado concede cada año a los obispos a través del 0,7% del IRPF. Nadie duda de que en breve será nombrado cardenal.