"¡Pasteur!, ¡Pasteur!, ¡Pasteur!": el nombre del padre de las vacunas, coreado entre el público por un grupo de jóvenes de estética hooligan, cerró un espectáculo del grupo de monologuistas The Big Van Theory el otoño pasado en Logroño. "Al menos les habrá quedado grabado el nombre de un gran científico", bromea Oriol Marimon Garrido mientras recuerda el episodio. Este biólogo de 28 años de Castellbisbal acaba de doctorarse por la Universidad de Barcelona y es miembro de esa compañía tan singular: 12 científicos actores que, desde que se constituyeron en grupo hace un año, han actuado ante 7.000 personas en toda España.

Sus monólogos explican por qué el ADN de Bach es casi idéntico al de Falete o por qué una bacteria es una especie de Rambo que grita "¡no siento el flagelo!" O qué pasaría si se pusieran unas patatas dentro de un acelerador de partículas. Los han interpretado en lugares tan distintos como una discoteca en Valencia, un teatro lleno de niños en Sevilla, un centro de jubilados de Mallorca y hasta en el World Mobile Congress en Barcelona... y ya tienen la agenda llena hasta el verano.

The Big Van Theory es el fruto inesperado de una competición internacional de monólogos de ciencia, llamada Famelab, cuya edición española se celebró por primera vez en abril del 2013, impulsada por la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (FECYT). El grupo está formado por los finalistas de ese concurso. La segunda edición del premio, en la que actuará otra tanda de investigadores monologuistas, se celebrará en el teatro Poliorama de Barcelona el día 21 de este mes. Este año, como el anterior, decenas de científicos han enviado vídeos con sus monólogos a la FECYT, que ha seleccionado los finalistas. Quien gane las selecciones (tras la de Barcelona, habrá otra en Madrid) competirá en la final internacional que se celebrará en verano en Cheltenham, en el Reino Unido.

"Después de la final española del año pasado, uno de los concursantes lanzó la idea de repetir los monólogos finalistas como un pequeño espectáculo en un bar de Logroño", recuerda uno de los miembros del grupo, Elisabet Prats, investigadora posdoctoral de 32 años. "La reacción del público fue entusiasta: buscamos repetir en otras ciudades y luego empezaron a salirnos bolos de gente que sabía del espectáculo por el boca a boca", explica.

En sus actuaciones, a los monólogos le sigue siempre un momento en que los actores se mezclan entre el público para responder a sus preguntas. "Hay gente que te dice que no habría pensado nunca que la ciencia podía ser algo interesante, y ni mucho menos entretenido", dice Elisabet. "Una persona me dijo: 'no parecéis científicos'. Me alegré, porque eso quiere decir que nuestra actuación rompe estereotipos", dice Helena González, 29 años, de Salamanca, doctoranda en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona. "Usar la ironía y el monólogo te permite llegar allí donde la ciencia nunca entraría", añade.