El organismo humano es la máquina más poderosa que existe. E inteligente. Todo lo que la mente recoge en estado de vigilia, cuando dormimos el cerebro lo procesa. Resetea como tarea importante para nuestra salud mental. En la fase REM (Rapid Eye Movement), los ojos se mueven lateralmente contrastando información de un hemisferio al otro. Emociones y recuerdos, imágenes visuales y sensaciones se mueven, como si se airearan en un proceso de limpieza. Pero hay veces que el impacto emocional de una vivencia dolorosa es tan intenso que su registro queda encriptado en recovecos de la mente prácticamente inaccesibles y no permite ser procesado saludablemente. En adelante, toda vivencia que recuerde o reviva un sufrimiento similar conectará con aquel dolor primero, condicionando la vida con miedos, alertas, fobias y todo tipo de limitaciones que tratarán de evitar afrontar de nuevo un dolor similar.

«Si durante el sueño no se procesa bien, existe el peligro de desarrollar estrés postraumático. Es decir, ante cualquier estímulo que pueda recordar la situación vivida, se activará el sistema límbico, responsable de nuestro estado emocional», precisa Benedikt Amann, jefe de la Unidad de investigación del Centro Fórum, Hospital del Mar, IMIM, y profesor asociado de la UAB. En sus manos, como en la de un millar de psiquiatras y psicólogos en España, hay una nueva técnica cuya eficacia clínica en pacientes adultos y adolescentes con diagnóstico de trastorno por estrés postraumático (TEPT) ha sido evidenciada científicamente y avalada por la OMS. El nombre de esta terapia neurocientífica, EMDR, son las siglas de 'eye movement desensitization and reprocessing', que describen su actividad: el movimiento ocular como medio de desensibilización y reprocesamiento de recuerdos traumáticos. El movimiento ocular bilateral inducido comunica ambos hemisferios del cerebro para provocar el reset que de manera natural el cuerpo hace mientras duerme (fase REM).

Duelo, ansiedad, depresión y fobias

«Casos de negligencia emocional o física en la infancia, como los abusos sexuales o el acoso escolar, son un factor de riesgo muy grande de presentar un trastorno de salud mental en la edad adulta», señala el doctor Amann. «Pero todas las personas llevamos residuos de vida que condicionan nuestras nuevas vivencias. El EMDR ayuda a procesar aquellas memorias que obstaculizan el avance por creencias negativas fruto de esas vivencias pasadas», explica la psicoterapeuta Isabel Soler. Después de trabajar en Estados Unidos una decena de años con víctimas de abuso sexual infantil, constata que el EMDR permite disociar la emoción tan intensa del recuerdo de la vivencia traumática, permitiendo procesarla como un recuerdo y no como una emoción. Así se rebaja el dolor, al recordar. Y se puede proseguir viviendo experiencias sin temer conectar recuerdos que puedan aportar esas nuevas vivencias con el viejo dolor del que el EMDR ya nos ha desconectado. «Es interesantísimo ver cómo funciona en casos de ansiedad y depresión, pero también en trastornos mentales graves como la bipolaridad, los trastornos adictivos o la esquizofrenia. Siempre paralelamente al tratamiento farmacológico, aplicar EMDR es un acceso elegante al cerebro mediante el cual cogniciones negativas se transforman en positivas», puntualiza el psiquiatra del Parc de Salut Mar.

«La regulación emocional es un antídoto del trauma, y el EMDR tiene como objetivo desproveer de la emoción al recuerdo traumático porque en realidad es la emoción la que lo hace traumático», puntualiza la psicóloga Dolors Capellades. En su consulta -foto-, trabaja siguiendo el protocolo del EMDR. «Se puede partir de una imagen, de creencias, pensamientos que vienen directamente del lóbulo frontal (espacio del razonamiento); memorias almacenadas en el hipocampo cerebral; pero también puede ser punto de partida una emoción que guarda nuestro hemisferio derecho o una sensación en el cuerpo. Esa es la ventaja del EMDR, que abarca todo el organismo. Eso lo hace una psicoterapia neurobiológica muy completa», destaca Dolors Capellades.

Sencillo, respetuoso y efectivo

El protocolo de aplicación de EMDR se inicia identificando los episodios traumáticos y su relación con la sintomatología actual del paciente. Visualizando la imagen que representa la peor parte del recuerdo traumático, el paciente valora en una escala del 1 al 7 en qué grado la cognición positiva es cierta cuando piensa en esa imagen. Y del 0 al 10 valora el malestar subjetivo que siente. Los movimientos oculares siguiendo los dedos del terapeuta en recorrido horizontal -también puede ser con estimulación auditiva- o toques suaves en rodillas y manos siempre alternando derecha e izquierda, se van alternando con las preguntas y la medida del dolor al recordar.

Según datos de la Asociación EMDR España, «diversos estudios muestran una tasa significativamente más alta de remisiones completas de depresión utilizando EMDR, en comparación con el grupo control. Reduce mejor uno de los predictores más importantes de recaída depresiva que las psicoterapias habituales».

El trauma es origen de malestar

Según define la Real Academia de la Lengua, un trauma es un «choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente». El psiquiatra Benedikt Amann lo describe como «la vivencia de un evento adverso de manera que influye en la persona con síntomas psicológicos». «Víctimas de guerras, de violencia de género, refugiados o niños abandonados tienen en común el trauma», expone la psicóloga formada en el tratamiento del trauma con EMDR Isabel Soler. «El trauma es esa experiencia que supera tus sentidos y tu manera de razonar, despertando el sistema límbico que es el que te llevará a huir, a afrontar o pelear la situación, o a quedar congelado», prosigue Soler. «Hablamos de trauma cuando quedamos atrapados en la vivencia, sin perspectiva para poder mediar con raciocinio. Es algo que sucede muy rápido o que es demasiado intenso o duradero, continuado o difícil, o todo a la vez», desgrana la psicóloga. «Existen muchos tipos y niveles de trauma. El gran reto es acceder al origen para desvincularlo de la emoción que lo convirtió en trauma», apunta la psicoterapeuta Dolors Capellades. «Un trauma simple, como podría ser vivir un terremoto, con dos o tres sesiones de EMDR se puede disolver. Otros más profundos y distantes en el tiempo pueden llevar de seis a dos años de tratamiento», informa el psiquiatra Benedikt Amann.

El reset que todos necesitamos

Durante la fase REM del sueño el cerebro lleva a cabo una gran e importante actividad. Procesa todo aquello que ha pasado por la mente durante las horas de vigilia, archiva en la memoria lo relevante y descarta lo más vacío emocionalmente. Para hacerlo se sirve de los impulsos que envían de un hemisferio cerebral a otro los movimientos bilaterales de los ojos, a través de los ganglios basales. Se activa de manera natural la red que conecta el sistema límbico y el cortex frontal, estructuras en el cerebro que controlan emociones y memoria. Estudios de neuroimagen demuestran que en casos de estrés postraumático el cerebro presenta una hiperactivación de la amígdala del sistema límbico, donde residen las emociones. Dicha hiperactivación impide el acceso al recuerdo que la provoca y es donde el EMDR entra a equilibrar. «Existe también primera evidencia de que el EMDR tiene la capacidad de modular los patrones de activación y desactivación de la red neuronal por defecto, un sistema cerebral que se ha vinculado principalmente con el pensamiento autobiográfico e introspectivo de la persona», según describen en la Revista de Psiquiatría y Salud Mental diversos psicoterapeutas con motivo de los 25 años del descubrimiento del EMDR como tratamiento del trauma.

Técnicas que nos liberan de sufrir

La gran ventaja aportada por el EMDR es que, si bien se acompaña de preguntas por parte del terapeuta, las respuestas son solo orientativas para ir abriendo caminos de exploración del cerebro desde el propio cuerpo. El raciocinio y análisis de los hechos no es lo que da pie al éxito de la terapia. El EMDR ayuda a organizar e integrar esas memorias por la corteza prefrontal, trayendo más lógica, nueva información, apertura y perspectivas a dichas memorias, y librándolas de carga emotiva. Por lo que el resultado llega antes y de manera más cómoda para el paciente. «El EMDR forma parte de una gran red de terapias psicoterapéuticas que se enfocan en el papel que el cuerpo juega en integrar, procesar y sanar nuestros asuntos mentales que afectan nuestro funcionamiento», explica la psicóloga Isabel Soler. «Otros abordajes terapéuticos pueden ser la Somatic Experiencing, la Psychomotor Psychotherapy, el yoga para reducir trauma, el Trauma Resiliency Model o el EFT (técnicas de liberación emocional) entre otras», añade. Por ello, el EMDR puede ser combinado e integrado a otros muchos métodos de abordaje y tratamiento. Mientras que técnicas como el mindfulness ayudan a descargarnos de emociones estresantes en el ahora, el EMDR actúa en el origen de lo que hace que estemos cargando con emociones estresantes desde tiempo atrás.