La niña marroquí de 10 años liberada en Bolivia hace dos semanas, abandonó España con su pasaporte marroquí y con un documento de autorización que los padres de la menor firmaron ante un notario para autorizar a su hija "irse de vacaciones" con el vecino de rellano, el boliviano Grover Morales, de 35 años, y actualmente encarcelado en una prisión de Cochabamba. El jefe del área central de Investigación de Personas de los Mossos d'Esquadra, el inspector Jordi Domènech, y el capitán Álvaro Moreno, jefe del grupo de Secuestros y Extorsiones de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil han desmentido esta mañana la tesis que los padres de la menor dieron a este diario cuando aseguraron que nunca dieron permiso al hombre de llevarse a su hija a Bolivia.

Esta mañana ha quedado claro que la investigación, a pesar de que el secreto ya se ha levantado, sigue abierta y que quedan todavía flecos importantes por resolver. El más trascendental acabar de determinar el papel de los padres en esta rocambolesca historia que ha supuesto que una menor de 10 años pase casi siete meses escondida en la región de Cochabamba, la mayor parte de tiempo en una zona hinóspita de la selva tropical. Todas las hipótesis policiales están abiertas, entre ellas que los padres de la menor y el hombre alcanzaran algún tipo de acuerdo que no ha trascendido, todavía.

El infierno para esta niña empezó el pasado el 27 de agosto, cuando tras viajar en autobús hasta Madrid, voló a La Paz. Durante la primera semana, el secuestrador sólo permitió que la niña hablara por teléfono con sus padres en contadas ocasiones, y en conversaciones de un minuto que no podían hacer en árabe, porque así controlaba todo lo que se decían. A los pocos días se cortó todo el contacto, y el 5 de septiembre los padres acudieron a la comisaría de los Mossos d'Esquadra de l'Hospitalet a presentar una denuncia.

Los investigadores no tardaro en corroborar que el hombre no tenía ninguna intención de regresar a España. Había cancelado todas sus cuentas corrientes, vendido su material de trabajo en obras y buscado un inquilino para realquilar el piso que ocupaba por 400 euros al mes. Además, sólo había comprado billetes de ida, y no de vuelta.