Verónica Lario, que ha pasado por el quirófano en varias ocasiones para someterse a intervenciones de cirugía plástica, niega en el libro que ella haya tenido algo que ver con el lifting que se hizo en diciembre del 2003 su marido. Una afirmación que contradice la versión que dio Berlusconi, que afirmó que había sido su esposa quien le recomendó que se quitase las bolsas de los ojos y el exceso de papada.