Las imágenes sanguinolentas, los dramas contados con exceso de morbo, las historias truculentas, los testimonios extemporáneos de vecinos y la información poco contrastada, ¿están produciendo un efecto de mimetismo? De momento, no existe ningún estudio que relacione ambos extremos, pero todos los expertos consultados por este diario están de acuerdo en que el boom de noticias sobre violencia doméstica puede provocar imitaciones de potenciales agresores. No son partidarios de la censura e insisten en que, desde luego, hay que informar. Pero, a su juicio, hay que hacerlo con "más prudencia" y, sobre todo, "con menos morbo".

Los malos tratos dejaron de ser cosas de casa en 1997. Ese año, Ana Orantes fue quemada viva por su marido en Cúllar Vega (Granada) después de contar su calvario en un programa de Canal Sur. Desde aquel suceso, la prensa declaró la guerra a la violencia doméstica, una lacra social que hasta entonces había sido invisible. No porque no existiera, sino porque no salía a luz. El esfuerzo fue loable. La sociedad se concienció y todas las administraciones intentaron luchar contra la brutalidad machista. Pero siete años después las opiniones de los expertos invitan a reflexionar. El veredicto no es precisamente alentador.

OFRECER IDEAS El psiquiatra y presidente de la Asociación de Telespectadores de Cataluña, Luis Boza, afirma que en muchos casos las noticias son "malas" porque hay "poca información y demasiado morbo". A su juicio, esta situación puede influir en determinadas personas, a las que "la prensa está dando ideas". Y pone un ejemplo: "Un hombre desequilibrado tiene un conflicto en su casa y decide hacer lo mismo que está viendo en la tele porque entiende que así es como se resuelven los problemas en el hogar". Además, según Boza, existe otro riesgo: que a fuerza de ver los asesinatos alguien opine que "eso es lo normal".

En su opinión, la censura no es válida, pero insiste en que "hay que tener cuidado porque en algunos casos se puede estar haciendo apología de la violencia doméstica".

La psicóloga Montse Ferraro también destaca que el boom de noticias truculentas --además del efecto de mimetismo-- conlleva el peligro de que la sociedad normalice el maltrato y lo banalice. Es decir, "la gente ve el telediario y dice: ´Vaya, otra más´".

SE IMITA LA MANERA DE MATAR A la hora de analizar el riesgo del posible mimetismo tras los casos de violencia doméstica, hay quien los compara con las noticias de suicidios, vetadas hace muchos años por los medios de comunicación. Es el caso del sociólogo Amando de Miguel. A su juicio, las noticias de suicidios no hacen aumentar éstos, pero sí la forma de hacerlo. Es decir, "si la prensa publica que una persona se ha quitado la vida a lo bonzo, enseguida habrá casos similares". En su opinión, ocurre lo mismo con los casos de agresiones machistas.

De hecho, el pasado mes de abril, un hombre presuntamente mató a su exmujer y a sus dos hijos tras incendiar la casa en la que vivían, en Alzira (Valencia). Un mes más tarde, otro hombre prendió fuego al domicilio de los padres de su exnovia en el distrito madrileño de Ciudad Lineal. Ambos murieron.

SIN NOVELAR Además de psiquiatras, psicólogos y sociólogos, los medios de comunicación también tienen algo que decir. La vicepresidenta del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC), Vict²ria Camps, insiste en que "una cosa es informar y otra, cómo se informa".

La experta pone el ejemplo de la siniestralidad en carretera, un asunto que está calando poco a poco en la sociedad y que está siendo abordado por los poderes públicos para acabar con las escalofriantes cifras: más de 5.000 muertes al año. "En los accidentes de tráfico el lector o el espectador no conoce los detalles innecesarios. Ese tipo de noticias, a diferencia de algunas referidas a violencia doméstica, no se novelan", afirma.