El detenido por el asesinato de un controlador aéreo el pasado martes en Zúrich es Vitali Kaloev, el único familiar que esperaba en el aeropuerto de El Prat la llegada del Tupolev que sufrió un accidente en el que murieron 71 personas el 2 de julio del 2002. El presunto autor del crimen, que perdió aquella noche a su mujer, Svetlana, y dos hijos, Diana y Konstantin, trabajaba entonces como ingeniero de la construcción en Barcelona.

Aunque la policía suiza mantiene en silencio la identidad del detenido, una coartada ha llevado a descartar a Aleksandr Saftjuk, un familiar de otras tres víctimas que pudo demostrar que el día del asesinato se encontraba en Moscú.

Kaloev, que ha negado ser el asesino de Peter Nielsen, "no le encontraba sentido a la vida desde la muerte de su familia y su único objetivo era restablecer la justicia y encontrar a los culpables de la catástrofe", recordó ayer su hermano, informa Dmitri Polikarpov. Una abogada que representa a los familiares de las víctimas indicó a la agencia Interfax que el retrato del presunto asesino coincide con el de aquel hombre que pasó cinco horas en El Prat pensando que sólo vivía una pesadilla. Echado en el sofá de una sala acristalada y con la mirada perdida, Kaloev no quería creer las noticias que le traducía al ruso el guía de los escolares que viajaban en el avión para pasar unas vacaciones en Vila-Seca. "Estaba completamente roto, se puede comprender", comentó a EL PERIODICO el monitor, un día después de la tragedia.

Acompañado por el guía, una chófer, dos responsables de Iberia y otro monitor, aquel padre abatido sólo salió de la habitación a las 7.10 horas, cuando dos guardias de seguridad lo condujeron con una lentitud angustiosa hacia las pistas para que pudiera coger un vuelo destino a Zúrich y dirigirse hacia la zona del siniestro.

Según el magazín Suizo Blick , el ingeniero regresó a Osetia del Norte y volvió a Suiza en julio del 2003 para asistir a una ceremonia en memoria de los fallecidos. Intentó contactar con la firma Skyguide, para la que trabajaba el controlador asesinado y al que, según un testigo, definió como "una mierda", gente para la cual en su país "hay métodos especiales de castigo". Algunas fuentes especulan con que Kaloev pudo recurrir a matones para matar al controlador.